Las villas de Buenos Aires, invisibles en la campaña electoral

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Ninguno de los principales candidatos en Buenos Aires ha escuchado las quejas por el crecimiento incontrolado y las construcciones ilegales.


En el canal A24 «Cortando la Tarde» con Toti Pasman y Martin Ciccioli el informe de Villas Miserias.  Con la participación del Perito Arquitecto Teodoro Rubén Potaz de Peritajes Edilicios / Arquitectura Legal / Acustica Legal. Para ver mas videos visite nuesto canal en youtube

Buenos Aires se prepara para elegir un nuevo alcalde el próximo domingo y los candidatos se afanan en arañar votos en barrios decisivos electoralmente, pero parecen haber olvidado en esta campaña a los cerca de 300.000 habitantes de las villas que proliferan en la capital.

Nacidas alrededor de la década de 1950 como resultado de la crisis del campo, la industrialización urbana y las sucesivas olas migratorias, lejos de decrecer, el fenómeno de las villas miseria en Buenos Aires va en aumento: 15 salpicadas por la ciudad y otros 24 asentamientos ilegales que han cambiado la fisonomía de la capital argentina, especialmente en la zona sur.

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En la última década su crecimiento ha sido exponencial hasta alcanzar las 275.000 personas de acuerdo con las últimas estadísticas oficiales, más del 10 % del padrón electoral de Buenos Aires, aunque en realidad la cifra podría ser mucho más alta dado que la mayoría de sus habitantes no tiene registro alguno.

Aunque cada una tiene su propia historia, los problemas son comunes: hacinamiento, falta de infraestructuras e inseguridad.

Los reclamos también son comunes: urbanización, servicios mínimos, como luz y agua, y salidas para los niños y los jóvenes.

En la Villa 31, una de las más antiguas y la más emblemática por si ubicación estratégica -detrás de la principal estación de trenes y a metros de Recoleta, uno de los barrios más cotizado- los vecinos desconfían de las promesas electorales, pero denuncian el olvido de los políticos.

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Ninguno de los principales candidatos a ganar la alcaldía en la cita del domingo ha pisado la villa en esta campaña ni ha escuchado las quejas por el crecimiento incontrolado, las construcciones ilegales -que alcanzan en algunos casos hasta los seis pisos de altura- y la falta se servicios básicos, como una clínica para atender a las más de 40.000 personas que se hacinan en un espacio de poco más de un kilómetro cuadrado.

La 31 es, además, víctima de la rivalidad entre la administración del Estado nacional, propietaria de las tierras, y el Gobierno de Buenos Aires que debe ocuparse de la urbanización y los servicios.

Dos instancias, gobernadas por el peronismo y la derecha, respectivamente, que hasta ahora han sido incapaces de dar una solución al viejo reclamo común: urbanizar para impulsar la integración.

«Estamos buscando la vivienda digna y necesaria. No queremos vivir de la forma en que vivimos», denuncia Norma Gutiérrez, de la Asociación de Vecinos de la Villa 31.

La situación se agrava con la proliferación de la droga, especialmente el paco, un residuo de la cocaína mucho más adictivo y más dañino, que está causando estragos entre la juventud, no solo en las villas o en áreas marginales.

En el origen de problema, el grave déficit habitacional de la capital argentina, según Pablo Vitale, de la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ).

El crecimiento de las villas es la expresión de una brecha «entre una recuperación económica y la dificultad de acceder a la vivienda», explica a Efe Vitale, que denuncia que en los últimos veinte años la gestión política, con independencia de la bandera partidista, ha estado marcada por anuncios que no han pasado de lo formal y por presupuestos que no se han ejecutado.

«Todo lo que se ha hecho es parcialmente paliativo y deja afuera toda otra política para contener la demanda que se genera en las villas por déficit de oferta en el resto de la ciudad», sostiene.

Cansados de promesas incumplidas, los villeros porteños no esperan grandes cambios después de las elecciones del domingo, con independencia del resultado.

«A muchos gobiernos les interesa que sigamos estando como estamos», resume Nora Gutiérrez.

Fuente: Terra
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