Está comprobado que los ruidos en exceso que se producen en cualquier ciudad, fenómeno calificado como contaminación acústica urbana, perjudican la salud de las personas e inciden negativamente en su estado de ánimo.
Precisamente, la mayor cantidad de quejas se originan a consecuencia del tránsito urbano, por la existencia dentro del parque automotor de vehículos con caños de escapes libres o que exceden ampliamente los niveles de decibeles permitidos. Para la Organización Mundial de la Salud el nivel de ruido recomendable, para no causar los problemas apuntados anteriormente, no debe superar los 55 decibeles, cuando se conoce que en horas picos se pueden llegar a registrar entre 60 y 75 decibeles. La División Tránsito de la Policía de San Juan tiene el deber de controlar este aspecto y, en caso de que no se cumpla con lo previsto, aplicar duras sanciones.
El avance de la industria automotriz apunta a que cada vez los motores sean menos contaminantes y menos ruidosos, en busca de no agravar el problema de la contaminación acústica, sin embargo hay quienes se empecinan en que sus vehículos rujan como si se tratara automóviles de competición. Otro problema lo representa el transporte público de pasajeros, que con sus ómnibus de gran tamaño y sus motores diesel no sólo contaminan el medio ambiente sino que trabajan con un alto nivel de sonido.
La propaganda callejera, como la actividad de los vendedores ambulantes en la periferia, también forma parte de este oscuro panorama de ciudades o centros urbanos invadidos por los ruidos molestos, tema en el que será necesario trabajar más arduamente para solucionarlo.
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