Dos mil cien toneladas saltando al unísono

En algunos estadios de fútbol, donde se suelen realizar recitales, particularmente de rock, es común ver cómo los espectadores o jóvenes concurrentes bailan, hacen olas y hasta saltan sobre el campo de juego. Estimando el peso promedio de cada persona en unos 70 kilos y considerando las dimensiones del campo de juego y un cupo de 4 personas por metro cuadrado, fácilmente sumamos una audiencia de 30.000 personas, cuya masa total representa unas 2.100 toneladas que saltan y bailan al unísono. Razón por la cual considerando que el brinco promedio y alternado sea de 2 saltos por segundo en conjunto, estarían generando ondas de aceleración del orden de los 2 herzios o ciclos por segundo, es decir una carga de impacto intermitente de gran magnitud que se propaga. Y ésto sin considerar la gente de las tribunas y plateas, no menos eufórica.

Dicha propagación de ondas al nivel del suelo se esparce dentro de un radio de por lo menos 900 metros afectando a los edificios y construcciones vecinas, tomando mayor relevancia en los pisos altos, donde se aprecian movimientos oscilatorios de objetos, ciertas molestias en cuanto al confort se refiere y en algunos casos fisuras en mampostería. Estas vibraciones hacen que las estructuras edilicias entren en lo que se denomina como resonancia mecánica. Haciendo que los 140 dB de la música pasen a un segundo plano.

Si bien ésto no es destructivo, es evidente que crea un gran malestar a sus ocupantes. Así como con el paso del tiempo aparecen nuevas soluciones, del mismo modo encontramos nuevas dificultades. Es por ello que estos espacios públicos tal vez solucionarían su problema creando zanjas con una profundidad adecuada rodeando su perímetro, con material absorbente para anular el problema. Mientras que los entes pertinentes tendrían que revisionar las normas de construcción en dicha materia, involucrando cargas dinámicas por concurrencia, a través de nueva legislación para bien de todos, pues ahora la moda es saltar.

POR JUAN JOSÉ DE CELIS
CARTAS DE LECTORES – Clarin
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