Los ruidos molestos constituyen una contravención cuya regulación es competencia de la municipalidad de Paraná. Según indica el Digesto Municipal, hay distintas penas, de acuerdo a si la molestia proviene de un vecino o si surge de una actividad comercial. La música de las fiestas o de un gimnasio; las discusiones, las bocinas, las sirenas, el escape de las motos o de los autos y las alarmas, pueden convertirse en una pesadilla, registró AIM. Herramientas para reclamar y hacer cumplir la normativa vigente.
Ya no es fácil vivir en Paraná. Al esquizofrenizante transito hay que sumar los ruidos molestos de obras en construcción, vecinos incomprensivos, música de fiestas o de gimnasios; discusiones, escapes “libres” de motos o autos, bocinas, sirenas, frenos y alarmas, por citar algunas.
Entre los ruidos más frecuentes están las obras en construcción, que llevan adelante sus tareas en días y horarios no permitidos. “En el edificio que se está terminando en la esquina trabajan de lunes a lunes, desde las 6:30 hasta pasadas las 23, así que el ruido no cesa. La realidad es que es insoportable: no descansan ni dejan descansar. Las veces que llamé a la empresa para quejarme me dijeron que no me podían tomar la denuncia porque no había una norma clara sobre los ruidos molestos y me instaron a formalizar mi enojo en la municipalidad”, explicó a AIM Mónica, una docente que habita en un edificio sobre calle Buenos Aires, a escasos metros donde se termina una nueva construcción de varios pisos.
Si bien los ruidos molestos están tipificados como una falta en el Digesto Municipal de la ciudad, no hay reglas claras sobre esta problemática, y las empresas constructoras sortean con facilidad los límites establecidos, por la falta de controles del Estado.
Otro caso se da con las alarmas, sean éstas de viviendas o de automotores. A cualquier hora del día pueden comenzar a sonar y seguir ininterrumpidamente si el dueño de casa no anda cerca o el propietario del vehículo dejó estacionado su auto a 10 cuadras del trabajo. “Sencillamente, es insoportable”, detalló a esta Agencia Isabel, vecina de calle Victoria.
Rubén, un periodista que habita en inmediaciones de calle México y Tucumán, padece “la música a volúmenes increíbles” que pone para dictar sus clases la profesora de gimnasia de un reconocido centro de esa zona. “Me pregunto si para dormir usará esta música que taladra el cerebro”, se quejó el trabajador de prensa.
Párrafo aparte hay que dedicar a los caños de escape “libres” de las motos y vehículos que circulan por la ciudad. A cualquier hora del día pueden desequilibrar a las personas más pacíficas. Y ni hablar si el ruido es de madrugada. “Te acostumbras”, señaló Regina, una estudiante de arquitectura que vive en un edificio ubicado en calle Alameda de la Federación, aunque admitió que “los fines de semana es, sencillamente, insoportable”.
Los ruidos molestos -y las sanciones para quienes los provocan- aparecen mencionados en una serie de normas municipales. La ordenanza 5614 / 1971, en el apartado “Faltas contra la seguridad y el bienestar”, establece: “las infracciones contra las disposiciones prohibitivas de ruido molesto innecesario que afecten a la vecindad, serán reprimidas con multa”, y fija los montos en unidades que una vez labrada el acta, se traducen en pesos.
El artículo 113 estipula que estas contravenciones “serán reprimidas con multa cuyo monto mínimo es de 100 unidades fijas y un monto máximo de 2000 unidades fijas, calculadas al momento de su efectivo pago, o clausura de hasta 20 días”.
Además de la ordenanza 5614/71, está la número 7717, que regula el Código Ambiental, sancionada en 1995. Esta última norma prohíbe “las emisiones de ruidos (…) en cuanto rebasen los límites máximos contenidos en las normas técnicas ecológicas, considerando los valores de concentración máxima permisible para el ser humano de contaminantes en el ambiente”.
Además, la ordenanza número 7.061/98 tiene un capítulo dedicado a “ruidos innecesarios” que afectan a los vecinos. Y define claramente a qué se refiere.
Lo cierto es que los paranaenses padecen cada vez más la contaminación sonora, afecta directamente la salud y la calidad de vida de las personas.
En su Guía sobre el Ruido Urbano, la Organización Mundial de la Salud (OMS) enumera consecuencias sobre las personas: deficiencia auditiva, interferencia en la comunicación oral, trastorno del sueño, efectos psicofisiológicos sobre la salud mental y el rendimiento, y también en el comportamiento.
El Defensor del Pueblo adjunto de Paraná, Pablo Donadío, participó en Montevideo de un foro sobre contaminación sonora, organizado por la Defensoría del Vecino de esa ciudad uruguaya, para tratar el tema: “Las Defensorías del Pueblo y el derecho a un ambiente adecuado, sin contaminación”.
La delegación paranaense presentó un trabajo sobre la problemática de los ruidos y las molestias que causan a los vecinos y el desarrollo teórico se centró en un caso testigo, en el que intervino la Defensoría local lográndose una solución consensuada por las partes.
Fuente: www.aimdigital.com.ar
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