Sólo basta con recorrer las calles de la Ciudad para entender de qué se trata: bocinas, frenadas, alarmas, sirenas y caños de escape ruidosos son algunas de las fuentes de contaminación sonora que afectan al medio ambiente y deterioran la calidad de vida de los habitantes. Nadie es ajeno a la situación, ni mucho menos a sufrir los trastornos que la misma genera.
A modo de ejemplo para entender el problema, El Ciudadano realizó una prueba y pudo comprobar que los autos, colectivos y motos que circulan en la Ciudad alcanzan casi el mismo nivel de decibeles –la unidad en que se mide el nivel del sonido (dB)– que los aviones que despegan a diario desde el aeropuerto El Plumerillo.
Como es sabido, la contaminación sonora proviene en su gran mayoría del tránsito automotor. Mientras que se considera normal un ruido de hasta 70 decibeles, quedó comprobado que los aviones al despegar promedian los 91 dB, mientras que los colectivos y los autos de la ciudad llegan a unos 90 dB.
A pesar de que en 2004 se promulgó la Ley 1.540 de control de la contaminación acústica –que prevé sanciones, multas y hasta clausuras para prevenir, controlar y corregir el exceso de ruido y vibraciones que perjudican la salud de los habitantes, el ambiente y las edificaciones-, el ruido urbano constituye un problema ambiental en aumento y disminuirlo continúa siendo una materia pendiente.
Así, teniendo en cuenta que los automotores son los responsables de más del 80 por ciento de la contaminación sonora, invertir en la modernización del transporte público representaría una considerable mejora para el ambiente. En este sentido, con el fin de reducir no sólo el ruido, sino también las emisiones de gases, se espera que para los próximos meses el Metrotranvía urbano –que trabaja con un ciclo combinado de electricidad y diésel- recorra las calles mendocinas y sea el puntapié inicial para generar medios de transporte más amigables con el ambiente.
El artículo 6 de la Ley 13.512 de la propiedad horizontal determina que los propietarios u ocupantes de un departamento tienen prohibido “perturbar con ruidos, o de cualquier otra manera, la tranquilidad de los vecinos». Si bien esta medida es altamente subjetiva, siempre se puede recurrir a un tercero que participe como árbitro entre las partes.
Los horarios considerados de descanso, donde no se puede ‘molestar’ a los vecinos son: lunes a viernes de 22 a 8 y los fines de semana por la tarde. En caso de emprender una obra en casa, hay que tener en cuenta que durante la hora de la siesta se debe descansar dos o tres horas.
Sin embargo, antes de entrar en gastos, lo ideal, según Sebastián Sanz, de la ONG Asociación Oír Mejor, “es tratar de solucionar las diferencias con los vecinos de forma civilizada. “Podemos acercarnos a hablar y comentarle nuestro ‘problemilla’ al vecino ruidoso. En caso de no recibir una buena aceptación, podemos recurrir al administrador del edificio (en caso en que vivamos en uno). Por el bien de la convivencia, el consorcio tratará de llegar a un acuerdo entre las partes», dijo Sanz.
Si luego de la intervención del consorcio siguen los problemas, o si vivimos en una casa y no contamos con un mediador, se puede llamar a la Policía. Si bien ésta es una medida extrema, también puede ser disuasoria. En caso de comprobarse los ruidos molestos, la Policía podrá levantar un acta de contravención, lo que requerirá una conciliación obligatoria entre las partes.
Por otro lado, en caso de no querer tomar medidas extremas, como recurrir a la fuerza pública, una opción para evitar los ruidos molestos es la acustización del hogar. En este sentido la Asociación Oír Mejor brindó una serie de consejos útiles en función de preservar el clima de paz auditiva en los hogares.
“Básicamente, para reducir el ruido que llega desde la calle, se pueden usar aberturas de materiales que contribuyan con la aislación acústica, como el PVC. A esto podemos sumar un doble vidriado hermético: es decir, dos vidrios separados por una cámara de aire. Las cortinas también pueden ayudar a reducir el ruido exterior. Cuanto más gruesa sea la tela, mayor será la protección que ofrezcan. Las telas ‘dobles’ son ideales para lograr un buen aislamiento acústico. Otra buena elección son las telas de tapicería: el terciopelo, la pana, el panamá, el jacquard y la rafia», aconsejó el activista en favor de los derechos de convivencia.
Si los ruidos molestos provienen del mismo edificio o de la casa lindante, lo ideal es instalar placas a modo de cielo raso o revestir con ellas las paredes. Estas placas constan de una estructura metálica y una placa de yeso. En el medio se coloca una capa de lana de vidrio que absorbe las vibraciones. Si la necesidad de aislación es aún mayor, se puede colocar entre los paneles barreras acústicas asfálticas o de caucho, que son muy eficaces.
Un tabique de ladrillo hueco de 8 cm brinda aproximadamente un índice de reducción sonora compensado (RW) de 37 dB de aislamiento entre dos ambientes contiguos.
Un tabique simple de placa estándar de 15 mm con absorbente en su interior tiene un RW de 45 dB, el mismo aislamiento acústico de un muro de ladrillos macizos pero con diez veces menos peso.
Por: Orlando Tirapu
Fuente: www.ciudadanodiario.com.ar
Link: Ver Nota
¡Reciba GRATIS nuestros boletines de Peritajes Edilicios, Arquitectura Legal y Acústica Legal por email!
1 Comment
[…] El nivel sonoro se mide en decibeles (dB), que son los encargados de percibir la forma del sonido, a… Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) un sonido que está por encima de los 70 decibeles ya resulta molesto, si supera los 90 decibeles es dañino y después de los 120 se torna insoportable y hasta doloroso. […]