Una mala costumbre. En Cabildo y Juramento, Carlos y Pablo trabajan en su puesto de diarios. Son canillitas, tienen más de 60 años y todos los días sufren unas 8 horas de bocinazos y gritos constantes. «Yo estoy acostumbrado porque trabajé 20 años en un taller gráfico. Los graves no los escucho pero no me molestan. A veces viene alguien, me habla, espero a que pase el vendaval y vuelvo a preguntar«, cuenta Carlos. Para Pablo la situación es similar: «Yo me crié en este barrio y si no siento ruido es como si estuviera muerto. Es un problema de costumbre. Igual, de audición, escucho lo que me conviene», se ríe.
Cabildo es una de las avenidas con más tránsito de la ciudad. Según datos de la Agencia de Protección Ambiental, en abril de 2010 se sancionó a 120 unidades de líneas de transporte de pasajeros por superar los límites permitidos en humo y ruido, y se les impidió seguir circulando a otras 43. Para la especialista Silvia Cabeza, presidenta de la ONG «Oír Mejor» e impulsora de la ley 1.540 sobre el control de la contaminación acústica, el «acostumbramiento» es una idea errónea. «Uno no va a perder la audición por estar parado 5 minutos en la vereda, pero si todos los días sufrís este nivel de ruido, las células auditivas no se mantendrán sanas, se enfermarán y se irá perdiendo la audición», asegura. Para ella, «si el oído estuvo expuesto a niveles de ruido durante la juventud y no se usó protección, se va a perder calidad auditiva y habrá dificultades para discriminar los sonidos». «Eso ocurre con la gente mayor cuando no entienden las palabras», explica. En esta esquina, el nivel de ruido de nuestro sonómetro varió entre los 66 y los 83 dB. «¡No nos sorprende!», exclaman los canillitas.
En busca del silencio. En Santa Fe y Aráoz, Víctor arranca a las 7. Es quiosquero y trabaja nueve horas a la vera de una avenida de doble mano en la que el tránsito diurno y el ruido casi no varían. «El bochinche comienza a partir de las 9 y cuando la gente viene a comprar no la escucho. A veces, para pasarla mejor, me abstraigo de todo. Cuando salgo, me doy cuenta en todo el lío en el que estuve metido y me voy por las calles paralelas que son más tranquilas. El ruido me aturde«, explica. Frente a su local, pasan los colectivos 12, 29, 39, 64, 68, 111 y 152. Y el ruido se hace más fuerte en las horas pico. «Los peores días son los sábados por la movida, la gente que sale a los boliches y las familias en la calle. Hay más ruido y yo muchas veces ando de mal humor y abombado», asegura. La avenida Santa Fe se encuentra en una de las zonas más ruidosas de la ciudad. Atestada de tiendas y con un gran caudal de transportes de carga de pasajeros, el nivel de sonido allí varía entre los 72 y los 88,7 dB. Pero, aunque el ruido es insoportable, esta zona pudo disminuir sus niveles de contaminación sonora al implementar el contracarril, desviar a los colectivos de la zona residencial y centralizarlos en la avenida.
Fuente: www.infonews.com
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