Me mudé a Núñez hace dos años. Hice el departamento prácticamente a nuevo. Con el tiempo, descubrí grietas en techos y paredes. Si quiero mantener mi casa entera tendré que hacer arreglos permanentes; uno no se puede descuidar. Es un presupuesto”, comenta Verónica Lettieri, de Iberá y O’Higgins. Ella es una de los tantos vecinos que vive en las calles paralelas a las vías del ferrocarril Mitre, afectados por los ruidos y las vibraciones.
La asociación Vecinos Alerta Núñez se hizo eco del problema y convocó a una reunión a la que asistieron más de 30 vecinos de la zona. Dicen que cada dos o tres meses deben realizar alguna reparación edilicia y temen que el deterioro provoque un accidente por la caída de un balcón o el revoque de una construcción.
El vecino Guido Leoncini, que reclama desde hace más de quince años, explica que las vibraciones se propagan más fácilmente en esa zona de terrenos flojos, que pertenece a un área de relleno de la cuenca de los arroyos Medrano, Vega, White y afluentes.
Además, alegan que la contaminación acústica producida por los ruidos del tren disminuye la calidad de vida, afecta la salud y el humor. Indican que dentro de sus viviendas sufren interferencias en su comunicación oral habitual y trastornos del sueño. Atribuyen estas molestias a la falta de mantenimiento exhaustivo y sistemático de las instalaciones férreas. “Nunca vemos reflejada la inquietud de realizar algún trabajo serio de mantenimiento. Tendrían que hacer una revisión total del estado de los trenes, porque el deterioro del material rodante y de las vías genera una inestabilidad tal que provoca mayores niveles de sonido y vibraciones de los que un tren debería realizar”, indica Leoncini.
La última medición de ruido data de 2005 y estuvo a cargo de la Dirección General de Control de la Calidad Ambiental porteña. Se hizo la medición desde el interior de la Iglesia Evangélica, O’Higgins 3162, a 20 metros de las vías: ruidos entre 69.7 y 75.6 decibeles, a las 10, nivel más alto que los 45 dB establecidos como tope tolerable en dormitorios por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para un ruido intermitente como el del ferrocarril.
La licenciada Silvia Cabeza, presidenta de la Asociación Civil Oír Mejor, dice que se debería realizar una nueva medición durante 24 horas, como indica la ley 1540 de control de contaminación acústica, reglamentada en 2007. La OMS dice que el nivel de ruido moderadamente molesto no debe exceder los 50 dB y aconseja no habitar en lugares con más de 65 dB.
El vocero de Trenes de Buenos Aires (TBA), concesionaria del servicio del ferrocarril Mitre, Gustavo Gago, informó que se ha pedido a la gerencia de la línea Mitre el envío de una cuadrilla que “evaluará los trabajos por realizar en dicho sector”. La empresa proyecta la renovación de 9241 metros de vía en curva y mejorar 22.142 metros de vía recta en el sector comprendido entre Empalme Maldonado (Palermo) y la Estación Tigre.
No obstante los reclamos vecinales, parece ser que siempre existirá un alto nivel de ruido cerca de las vías, más allá de sus condiciones. Juan Carlos Cena, fundador del Movimiento Nacional por la Recuperación de los Trenes Argentinos, dice en su artículo Ferrocarril y medio ambiente que un tren en condiciones normales produce entre 65 y 75 dB a una distancia de 25 metros. Por su parte, Pablo Martorelli, presidente del Instituto Argentino de Ferrocarriles, comenta que si el nivel mínimo normal es de alrededor de 65 dB, puede aumentar a 70 o 75 dB cuando los trenes no están debidamente conservados.
Según la visión de Cena, las quejas de los ciudadanos no son erradas: “No se realiza el mantenimiento preventivo de las vías, material tractivo y coches con profundidad. El aumento del ruido tiene que ver con el movimiento axial de los coches: al estar vencidas las suspensiones verticales y laterales, circulan desequilibrados. Se deberían revisar las eclisas que unen las vías de los rieles, porque si están flojas pueden provocar una movilidad que no corresponde por el desnivel. La presencia de balasto, piedras irregulares en las vías, es imprescindible para asegurar que los durmientes estén fijos, de modo que aumente la capacidad de carga de la vía”.
A pesar de todo, Martorelli no está de acuerdo con la acusación automática al ferrocarril. Y explica que las construcciones cercanas a las vías no siempre reúnen las condiciones estructurales para absorber las vibraciones, aunque puede existir en esta zona un problema de comportamiento mecánico del suelo: como es blando, las vibraciones tienen una mayor expansión.
Un caso que sentó jurisprudencia, y que en Núñez toman como ejemplo, fue el reclamo de vecinos de Flores, Floresta y Villa Luro por las molestias causadas por el ferrocarril Sarmiento (ver aparte). Presentaron una acción de amparo, con el patrocinio de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), que ganaron en primera instancia. El juez estableció que la empresa TBA y el Estado deben elaborar un Plan de Manejo de Ruido y Vibraciones. Actualmente, también los vecinos de Grecia y O’Higgins están tratando su caso con abogados de la FARN. Y esperan seguir por la misma vía.
El doctor Andrés Nápoli, director de Participación Ciudadana de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), llevó adelante la defensa de los vecinos de Flores, Floresta y Villa Luro. “Dado que no existe legislación específica respecto de los niveles de ruido permitidos a los ferrocarriles, prima la supremacía de la Constitución Nacional y la Constitución del gobierno porteño, que contemplan el derecho a vivir en un ambiente sano. El hecho de que no estén reglamentados los niveles no quiere decir que se pueda generar un nivel de ruido indeterminado, porque existen derechos y deberes irrevocables en las regulaciones nacionales y locales mencionadas. Por eso, en este caso se consideraron válidos los parámetros establecidos por la OMS y normas IRAM, luego de que se probó que existía ruido de hasta 77 dB en interiores, a través de mediciones realizadas por el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI)”, concluyó el abogado.
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