Esta vez fue en la zona norte. El escándalo de las sirenas volvió a provocar enojo en familias, por la imposibilidad de dormir y la ausencia de normas que faciliten la intervención oficial
Vecinos de la calle De la Torre y Vera, y la avenida Moreno, de Paraná, sufrieron durante más de tres días el martilleo de una potente sirena de alarma en sus oídos, al punto que muchas familias no pudieron conciliar el sueño por las noches, y no hallaron modo de que las autoridades públicas interrumpieran esta tortura.
La alarma se activó el viernes en un inmueble ubicado en calle De La Torre y Vera 932, y pese a los trámites diversos encarados por los vecinos y los reclamos apilados ante las autoridades, no se desactivó sino hasta ayer martes a la mañana, cuando pudieron localizar a un pariente de los propietarios, que habían viajado.
El caso llevó a un extremo el malestar que ya despertaban las alarmas disparadas sin control, en esta capital, y que no encuentra eco en los organismos públicos.
Oficiales de la Policía admitieron que no hay otro camino que soportar el ruido, aunque eso genere una agresión de consecuencias impredecibles en vecinos que necesitan descanso, lo mismo en aquellas familias con ancianos, bebés o enfermos a su cuidado.
Días atrás, vecinos de las calles Buenos Aires y Malvinas, a pasos del sanatorio La Entrerriana, padecieron y denunciaron una alarma semejante que comenzó a sonar en el tercer piso de un edificio a las 11 de la noche y se desactivó finalmente cerca de las 6 de la madrugada, de manera que no pudieron dormir, literalmente. Pero lo de la calle Moreno batió ayer todos los record.
Propuesta de una abogada
¿Qué hacer frente a este atropello? La abogada Aldana Sasia explicó a UNO que estuvo a punto de pedir la intervención judicial para resguardar el derecho a la salud de las personas, cuando hallaron a un pariente de la familia que logró desactivar el ruido.
Sasia y su vecina Claudia Windelberg, ambas domiciliadas en departamentos de la calle Moreno, optaron por solicitar una medida de tutela urgente llamada “autosatisfactiva”, y presentó argumentos medulosos sobre el orden jurídico que respalda esta vía.
Al fundamentar los hechos, resumió Aldana Sasia en un borrador: “Aproximadamente hace más de tres días venimos soportando todos los vecinos de la zona el constante sonido de la alarma domiciliaria activada durante todo el día. En horas del día se hace soportable dicha situación, pero en horas nocturnas se ha vuelto imposible, son tres noches las que padecemos el constante impedimento de conciliar el sueño”.
No tienen incumbencia
“Hemos intentado por todos los medios localizar a la familia titular de dicho inmueble, pero en el mismo no se encuentran habitantes, lo que denotaría que sus residentes se encontrarían de vacaciones o de viaje, lo que deriva en una ausencia de varios días de la ciudad y de su morada. Hemos llamado a la Policía y a los Bomberos, ambos manifiestan que no tienen incumbencia, ya que son alarmas privadas”.
“Recurrimos en esta instancia a solicitar auxilio de la Justicia basándonos en criterios y estándares de ruidos soportables establecidos por la Organización Mundial de la Salud y ante la imposibilidad de hallar una pronta solución a la problemática que nos aqueja”.
“Bajo los estándares mundiales entre los RUIDOS QUE MÁS LESIONAN están los denominados ‘Niveles de ruido Doloroso’, entre los que se incluyen 150 dB (decibeles) armas de fuego; 140 dB arranque de motores; 130 dB perforadora neumática; 120 dB sirena de ambulancia. A este último podríamos asimilar el sonido de una alarma domiciliaria”, apuntó Aldana Sasia.
“Como se señala –insistió-, el ruido de una sirena tiene 120 dB y el valor recomendable en el interior de una casa, de día, es de 40 dB. No caben dudas de que soportar un sonido constante de 120 DB es asimilable a una tortura”.
La letrada brindó precisiones, después, sobre ordenanzas municipales, artículos de las constituciones Provincial y Nacional lesionados, y hasta abundó en artículos de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre y la Declaración Universal de los Derechos Humanos, porque indicó que esta violencia al oído afecta la libertad de las personas.
Además, ofreció pruebas y testimonios de vecinos, y le sugirió al juez que constatara in situ la persistencia de la agresión.
Aunque parezca extraño, toda la fundamentación se concentró para este reclamo: “Se provea pronto despacho haciendo lugar a la Medida Autosatifactiva interpuesta ordenando, por el medio y forma que considere más idóneo, la desactivación de la alarma denunciada”.
Si bien existen normas locales contra los ruidos, no hay cómo parar, por las vías administrativas naturales, la agresión de una alarma. Y las denuncias siguen, y no hay quien se ocupe de registrar este problema social para obrar en consecuencia.
Dice el planteo de Sasia: “Ante la ausencia de normativa al respecto, alarmas privadas, solicitamos se resguarde de manera perentoria nuestro derecho a la salud, a la integridad física, a la libertad, con el fin de culminar con la perturbación, trastorno, y turbación diaria padecida en nuestras vidas y tranquilidad, por sobre todo se reguarden los derechos superiores del niño”.
Fuente: www.unoentrerios.com.ar
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