Ocurre que esos servicios en algunos casos no tienen los controles que deberían tener, principalmente en la medición de los decibeles de propalación del sonido en esos móviles, que se terminan convirtiendo en una “sinfonía” de volúmenes altos sin control, que molestan a los vecinos al paso de los “carritos rodantes”.
Ocurre con algunas empresas que se dedican a la publicidad que sacan sus móviles ofertando diferentes eventos y realizando publicidades de comercios de la ciudad. En otros casos, los móviles rodantes se multiplican con los boliches bailables que aprovechan para publicitar sus noches especialmente en temporada de verano. Ni qué hablar en época de campañas políticas, donde cada partido elige la publicidad rodante para tratar de cautivar votantes.
Fuente: Diario El Argentino
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