Mónica López Sardi, directora de ese grupo de investigación apuntó: «Cabe recordar que la ordenanza de 1983 establecía el límite en 45 decibeles. La nueva ley [de 2004] actualizó esos valores porque la ciudad se volvió más ruidosa. Sin embargo, la falta de controles y de renovación del parque automotor hace que el problema esté estancado». La ley 1540 establece como límite 65 dB para el día en zonas residenciales y hasta 70 en zonas comerciales.
En la APRA, en tanto, mencionan algunos cambios en la movilidad como un avance en la materia. Sin embargo, López Sardi lo relativiza: «Si movemos todo el tránsito a otras calles, lo que hacemos es correr el problema. Hay que controlar cada uno de los colectivos que circulan en la ciudad de Buenos Aires. Hacer que todos los autos cumplan también con la normativa y que los generadores de ruido que están estáticos también se ajusten a ella».
Según la OMS, los sonidos por encima de los 70 decibeles (dB) ya resultan molestos, y si superan los 90 dB, se vuelven dañinos. Como para darse una idea del problema, el promedio en la Capital está entre 70 y 75 dB. Y lo más preocupante es que casi no hay diferencias entre los ruidos durante el día y la noche.
Hace 30 años, el nivel acústico en las calles de la ciudad de Buenos Aires estaba entre los 50 y los 60 dB. El aumento en tres decibeles de un sonido representa para el oído humano el doble de volumen.
Juan Carlos Villalonga, titular de la APRA sostuvo: «Hay que reconocer que es un problema que se arrastra hace años. No sólo tenemos el problema de pensar cómo se baja el nivel de ruido, sino que se suma el problema de dónde se hacen espectáculos públicos reiterados porque no se respetan los horarios ni los niveles de sonido. Desde la Agencia primero vamos a terminar el mapa porque esto nos va a permitir decidir por dónde comenzar».
El reporte realizado por el GIIS hace algunas recomendaciones respecto de la solución de este contaminante ambiental. Además de los controles por parte del Gobierno, suma la planificación inteligente de las ciudades y la educación como una acción proactiva individual.
«Todo lo que sirva para mitigar los ruidos, como sumar áreas verdes, sirve, pero también hay que trabajar en las conductas del tránsito, de los comercios. Hay varios frentes que atacar», agregó Villalonga.
«En las autopistas, por ejemplo, hay que poner barreras acústicas que prácticamente no se usan en la Argentina. Sólo hay un tramo en Panamericana. Tenemos que evaluar eso», aseguró el funcionario.
Cabe recordar que existe un fallo judicial que AUSA debe cumplir en la autopista 25 de Mayo ante la presentación de un vecino, Pedro Barragán, que obliga a tomar medidas para mitigar el ruido que genera el paso de los autos por su casa. La última presentación ante la justicia contravencional no incluyó un plan para solucionar el problema. El amparo presentado por Barragán data de 2001.
Fuente: La Nacion
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