La sucesión de clausura de bares culturales por «tergiversación de rubro», desató un debate sobre la necesidad de modificar la ordenanza de espectáculos públicos. El entretenimiento, los ruidos molestos y la seguridad de los jóvenes en la noche.
Los secretarios de Control y Cultura, Pablo Seghezzo y Horacio Ríos, los concejales Jorge Boasso (Bloque Radical) y María Fernanda Gigliani (IP), y Juan Monteverde (FCF) participaron de un debate por la ordenanza de espectáculos públicos y la situación de los espacios culturales en la ciudad. «Hablando se entiende Rosario», fue la consigna de los organizadores que conforman la agrupación Espacios Culturales de Rosario (ECUR), quienes plantean desde hace un tiempo, ante una seguidilla de clausuras, la necesidad de contar con una nueva regulación que los diferencie del resto de los actores de la nocturnidad rosarina. Si bien hubo objeciones y algunos cruces picantes por parte de Boasso debido a las reuniones realizadas con los funcionarios de Cultura y los referentes de los bares culturales para reglamentar por decreto un artículo de la norma mientras en el Palacio Vasallo se discute una nueva ordenanza, a partir del debate pudo visibilizarse aún más la problemática de estos espacios dedicados a la promoción de la cultura.
Para los organizadores del debate, que se realizó el pasado miércoles en el espacio Distrito Siete, existe una diferencia entre la regulación de la noche que, consideran, hace eje en el «entretenimiento», centrando la discusión sólo en relación a los ruidos molestos y la seguridad, y donde las voces que se escuchan son siempre las mismas: cámaras gastronómicas, de bares y boliches, agentes de control y habilitación, y los espacios culturales que, precisamente, aportan a la promoción de la cultura en lugares que no siempre son redituables.
El primero en abrir el debate fue Seghezzo. Fiel a lo que viene declarando desde que asumió desde hace ocho meses la secretaría de Control y Convivencia Ciudadana, el funcionario dijo que la intención es hacer cumplir las normas. «Vengo a ser como el malo de la película, pero el objetivo es mejorar la convivencia en la ciudad cumpliendo con las normativas», precisó Seghezzo, quien reconoció que tras su paso por varias funciones en el Ejecutivo nunca recibió «tantas llamadas de los tres poderes del Estado y de todos los partidos políticos por el tema de la noche». El secretario de Control adhirió a la idea de avanzar en una solución parcial hasta que el Concejo apruebe una nueva ordenanza. «Estoy seguro que la normativa va a salir», dijo antes de retirarse en primer lugar del debate por razones de agenda.
«Soy el polo opuesto a Seghezzo», remarcó Ríos al inicio de su exposición que apuntó principalmente a los programas de la secretaría, fundamentalmente el de los artistas callejeros en la vía pública, inédito en Latinoamérica, 550 que actualmente cuentan con los permisos. Sobre la modificación por decreto de un artículo de la ordenanza 7218, el funcionario consideró que a partir de aplicarse mayores controles, y fundamentalmente a partir de la convocatoria que realizaron los bares culturales, sintió la necesidad de involucrarse, aceptando el debate, porque se trata de una actividad cultural.
«Entendemos que la secretaría no puede no estar en este debate», agregó Ríos, quien también reconoció que «sería mejor tener una herramienta hasta llegar a tener la ordenanza sin que esto se transforme en un desaire ni una falta de respeto, flexibilizar un texto que es muy rígido». En ese marco, el secretario de Cultura anunció la realización de una nueva reunión con los representantes de los bares culturales para avanzar con el decreto que apunta a adecuar su funcionamiento. «Hay una buena voluntad de diálogo y esperaremos llegar a una definición, incluso se está viendo cómo se introduce la sugerencia de la mediación, que a nosotros con los artistas callejeros nos dio mucho resultados, pero que tiene que ser sugerida», precisó Ríos.
Estas reuniones generaron malestar en Boasso, presidente de la Comisión de Gobierno del Concejo Municipal, donde se vienen realizando reuniones de consultas para elaborar y aprobar una ordenanza que reemplace a la 7218. «Por unanimidad establecimos un procedimiento por iniciativa propia, es una lástima que ustedes lo boicoteen», se quejó el edil radical, quien dijo lamentar que cuando la comisión convocó a representantes del Ejecutivo –fueron Seghezzo y el secretario de Gobierno, Fernando Asegurado– no lo hayan invitado a Ríos. «El Ejecutivo lo está enfocando mucho desde la óptica del control y no del acto cultural, pero nosotros desde el Concejo estamos escuchando a todos y ya estamos en el proceso final de consultas», afirmó Boasso.
De todos modos, el edil radical valoró la actuación de Seghezzo al frente de la secretaría de Control al indicar que «se preocupó en hacer lo que debe hacer y empezó a cambiar la realidad ante una serie de incumplimientos que históricamente se daban en la ciudad». El concejal adelantó que su equipo de asesores comenzó a elaborar un borrador, que no va a estar cerrado, y que será remitido a todas las personas consultadas. «Si nosotros en el Concejo por una vez nos pusimos de acuerdo en iniciar un proceso de consulta y participación, no puede el Ejecutivo cortarse solo con un sector, privilegiándolo por sobre los demás cuando estamos discutiendo la sustitución de una norma que seguramente va a contemplar a los espacios culturales. Nos hubiese gustado que lo que están consensuando se hubiera hecho en el lugar donde estamos consensuando la norma», lanzó Boasso.
Ríos recogió el guante y le pidió a Boasso que admita que «desde el 2001, cuando se dio el último tratamiento, nunca se volvió a tratar esta normativa. No es que nosotros hicimos una asociación ilícita para desconocer ninguna cláusula, ningún reglamento. Tratamos de buscar una forma en el transitar del tiempo para favorecer una actividad; al contrario, estamos tratando de ampliar una reglamentación que favorezca una actividad que está asociada con la de la secretaría».
Para la concejala Gigliani, es importante reconocer que la discusión se está dando porque «distintos espacios culturales de la ciudad se han puesto al frente de esta planificación de una ordenanza puntual porque hasta ese momento el Estado se estaba dedicando a cerrar los centros culturales, no a promoverlos». La edila dijo que «sea por ordenanza o por decreto, privilegio que funcionen. Sí me parece que si está avanzada una discusión sobre características específicas que debe tener el rubro, justamente la alternativa es la creación de un nuevo rubro, sacarlo de la lógica de la ordenanza de espectáculos públicos».
Según la concejala Gigliani, «esto también implica riesgos, tenemos que trabajar en cuáles son los requisitos para evitar que cualquier empresario intente esconderse detrás del rubro para llevar adelante su emprendimiento, aunque está claro que un empresario no se va a meter en este rubro porque no le va a convenir». Sobre el funcionamiento de los espacios culturales, la edila a la que el pasado jueves le aprobaron la conformación de un bloque unipersonal planteó que «así como se promueven los clubes de barrio, y además hay un soporte por parte del Estado para sostenerlos, en ese mismo sentido tendría que irse. Por ejemplo, si hay que avanzar en una insonorización, el Estado podría prestar sus propios técnicos para ver qué hay que resolver en un inmueble que va a ser un espacio cultural, para ir resolviendo y no creando escollos».
Monteverde dijo que «esta discusión muestra lo que está fallando hoy en Rosario, la falta de interés de determinados sectores llevan a que la cultura, en la supuesta ciudad de la cultura, se debata en estos términos. Por eso intentamos desde el Frente de la Ciudad Futura, nucleando a los actores de los bares culturales, señalar que faltaba una voz que esta ley no estaba conteniendo». Para el referente del FCF, «las leyes sirven para darle voz a los que no la tienen, porque cuando no hay ley triunfa la ley de la fuerza. La ley del Estado tiene que estar para equilibrar esa relación de fuerza desigual».
«Hoy, los que no tienen voz se manejan son todos aquellos que en la cultura no se manejan con una lógica que no es la del mercado. Los grandes bolicheros y productores tienen miles de recursos, económicos, de coimas, del narcotráfico, contactos políticos, judiciales. En un lugar como la noche y la cultura, donde claramente hay actores centrales y otros más chicos, el Estado tiene que favorecer a estos otros sectores. Por eso intentamos aportar otra mirada, sobretodo cuando se estaba cocinando una norma, porque nosotros sabemos que una vez sancionada la ley en el territorio es mucho más difícil cambiarla. Lo que está en juego es cuál es el rol del Estado, si es controlar como es la lógica que propone la Municipalidad, o si tiene que promover cosas que apunten a esa ciudad que queremos. Cuáles son los lugares que vamos a promover es la discusión de fondo», concluyó Monteverde.
Fuente: www.agenciafe.com
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