La mujer compró el departamento en 2002 como “nuevo” a quien lo construyó. A meses de mudarse comenzaron las rajaduras del techo y temblores en las paredes.
María Inés Schmidl (56) y su hijo Hernán (22) viven de prestado y como indigentes tras comprar un departamento “a estrenar” pero que podría venirse abajo en breve, en pleno corazón de Pichincha. Su caso está en manos de la Justicia hace 11 años. Hasta allí una causa civil y comercial más, pero lo que hace que el tema exceda a las partes en conflicto es la posibilidad de derrumbe del inmueble, total o parcial, según alertan las últimas inspecciones.
A mitad de un pasillo de Catamarca 2423 se levanta un engendro de tres pisos. El departamento en cuestión está en el primero, donde viven hace un tiempo la mujer y su hijo por decisión judicial. Arriba, en la propiedad cuyo peso habría afectado la estructura de toda la obra, hasta ahora no vivía nadie. Pero cuando La Capital fue al lugar corroboró que se estaban mudando unas personas a quienes supuestamente el dueño del inmueble alquiló el sitio.
El departamento de Schmidl es pequeño. Y está en ruinas. Paredes en falsa escuadra, puertas que no cierran, cielos rasos caídos, rieles del techo a la vista, paredes con fisurasm canillas que gotean: inhabitable.
La mujer compró el departamento en 2002 como “nuevo” a quien lo construyó. A meses de mudarse comenzaron las rajaduras del techo y temblores en las paredes. El vendedor le mandó un yesero, pero las fisuras reaparecieron y se agravaron.
“Un técnico nos dijo que las vigas que sostenían todo el techo estaban flechadas (vencidas). Y ahí empecé el juicio. La jueza Paula Sansó me dejó mudarme al departamento de abajo del que me habían vendido. Y hasta ordenó la pericia de un ingeniero que dijo que el resultado de la prueba era satisfactorio y sólo sugería control periódico. Pero se nos seguía cayendo el techo. Siempre nos preguntamos cómo el municipio habilitó esta obra”, lamentó.
La primera repartición elaboró la quinta inspección ocular y ratificó que la losa está con “muchas posibilidades de caídas parciales o totales”. Y la GUM constató los perjuicios a simple vista. Dos descripciones que suscriben lo que en 2007 preanunciaba el Instituto de Mecánica Aplicada y Estructuras: que la estructura no corría riesgo de colapso inmediato, pero su estado era muy deficiente y se iría “agravando rápidamente” por el paso del tiempo, el efecto corrosivo del agua en los hierros de hormigón y “el aumento de sobrecargas por ocupación del piso superior”.
Fuente: www.agenciafe.com
Link: Ver Nota
¡Reciba GRATIS nuestros boletines de Peritajes Edilicios, Arquitectura Legal y Acústica Legal por email!