Saber cómo se dimensiona el efecto del tránsito, trenes o máquinas sobre las estructuras y las personas es un dato clave para constructores.
Las construcciones civiles suelen sufrir severos problemas debido a vibraciones. Estos movimientos producto de la actividad humana son fuente de innumerables litigios. El tránsito vehicular, helipuertos, paso de trenes y subterráneos, movimiento sincronizado de espectadores, actividades de construcción, vibración de máquinas y explosiones, suelen originar demandas por daños, .
“En los últimos años, la introducción de nuevos equipos y metodologías de construcción, por ejemplo el hincado de tablestacas por vibración, la expansión de los subterráneos y la realización de eventos musicales en grandes estadios, han incrementado significativamente ”, explica el ingeniero Raúl Bertero, del Laboratorio de Dinámica de Estructuras de la Facultad de Ingeniería de la UBA (FIUBA).
En ambos tipos de vibraciones, Bertero afirma que resulta fundamental la medición de las aceleraciones en el terreno y en estructuras para establecer sus características y los riesgos para las construcciones. “Con los ensayos en laboratorio y en campo, la industria local puede desarrollar productos innovadores para disminuir las consecuencias de las vibraciones sobre edificios, instalaciones, personas y medio ambiente”, señala el especialista.
Desde el 2008, el Laboratorio de Dinámica Estructural de la FIUBA ha realizado diversos estudios de los efectos de las vibraciones sobre las construcciones. Por ejemplo, y el análisis de sistemas innovadores de protección sísmica.
El laboratorio fue el primero en realizar un estudio comprensivo sobre las vibraciones originadas por el salto coordinado de los espectadores (llamado habitualmente “pogo”) durante conciertos de rock masivos. “Las investigaciones demostraron que las vibraciones pueden causar molestias significativas, pero no daños, en edificios situados hasta tres kilómetros del estadio cuando su frecuencia natural coincide con la frecuencia del salto de los espectadores”, detalla Bertero. Estos resultados fueron confirmados posteriormente por estudios adicionales realizados por el INTI y la Universidad Nacional de Córdoba.
(concentrada alrededor de 2 Hz) y el paso de vehículos (frecuencias distribuidas entre 10 y 30 Hz). Esta característica ocasiona una gran diferencia respecto de la distancia a la cual pueden ser percibidas las molestias. Mientras que el salto de los espectadores en un recital puede ser percibido en ciertos edificios a casi tres kilómetros del estadio, las vibraciones producidas por el tránsito se disipan en una decena de metros. Esto demuestra cómo cambia su efecto sobre las construcciones y las personas, y sobre las posibilidades de mitigación.
Actualmente, la Agencia de Protección Ambiental (APA) porteña está implementando un protocolo para la realización de espectáculos musicales categorizando los mismos según su forma e intensidad, cantidad y tipo de público, ritmo del salto de la gente y grado de sincronización. En este protocolo, según el grado de intensidad esperado de las vibraciones originadas por el público, la APA establece un conjunto creciente de medidas de mitigación. Para Bertero,
El laboratorio de la FIUBA ha adquirido en los últimos años diversos tipos de acelerómetros con capacidades para medir distintas frecuencias y amplitudes, y ha construido y puesto en marcha una mesa vibradora de diseño propio. Por lo tanto, el laboratorio presta asistencia a profesionales y empresas en la revisión del diseño de estructuras que por sus características, normas públicas o localización, requieren de consideraciones especiales en relación a las vibraciones. También asiste en casos judiciales.
Fuente: Arq Clarin
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