Son las 3.47 del domingo 18 de septiembre. Nuevamente, como todos los viernes y sábados de invierno tenemos en el barrio Pichincha el problema de los ruidos que producen los boliches instalados en la zona de Suipacha y Francia, entre Jujuy y Güemes.
En ese contorno es imposible ya no dormir, yo diría que vivir por las noches señaladas. Es infernal el descontrol que debemos soportar: bocinazos, gritos, y la infaltable música que sale de los boliches que, se supone, deberían estar insonorizados. Por supuesto que llamé a la GUM, tal con invariablemente lo hago cada noche de jolgorio. Me atendió el operador 241, que nuevamente me explicó que ellos sólo hacen lo que les mandan sus superiores y las ordenanzas, y que cuando me di a conocer me reprendió que en algún momento de este año y del anterior, un hijo mío se tuvo que molestar en ir hasta el cuartel y que allí los insultó. Cosa que puede ser cierta ya que, realmente, entre los ruidos que no cesan y la autoridad de control que no ejecuta lo que las ordenanzas dicen, estamos un poco cansados. Tengo una muestra más que palpable. Ayer, alrededor de las 2, volvía a mi casa y en Pichincha y Tucumán había un control de alcoholemia de proporciones. Bien por ello. Ahora la pregunta es ¿no lo podrían haber hecho en Pichincha y Brown, y matar dos pájaros de un tiro? Y por supuesto, cuando llegué a mi domicilio el ruido era el de todas las noches de inimputabilidad bolichera. ¿Nadie piensa hacer nada para paliar este descontrol? ¿Nosotros somos vecinos de segunda?
Roberto Brussa
Link: Ver Nota
¡Reciba GRATIS nuestros boletines de Peritajes Edilicios, Arquitectura Legal y Acústica Legal por email!