Buenos Aires no es la única ciudad en el mundo que enfrenta el problema del ruido, pero sí es una de las pocas que regula la polución sonora.
¿Por qué lo hace? Porque intenta frenar los efectos negativos que la contaminación acústica produce en la salud a mediano y largo plazo más allá de las molestias ocasionales (y visibles) que afectan a los vecinos o peatones que circulan por la ciudad.
Durante las mediciones, Silvia Cabeza, licenciada en Física y titular de la Asociación Civil Oír Mejor, advirtió a este medio sobre los trastornos que pueden surgir luego de exponerse en forma prolongada a niveles que superan los 75 decibeles (dBA), y aseguró que la gente no es plenamente conciente de la gravedad que reviste el fenómeno: «Muchas veces escuchamos decir a los vecinos que se acostumbraron al ruido, pero eso es un error. Subjetivamente, todo hace parecer que es así. Lo cierto es que el organismo puede enfermarse seriamente».
Esto le sucede, por ejemplo, a Santiago, de 20 años, que atiende desde marzo un kiosco de diarios y revistas en la esquina de Luis María Campos y Federico Lacroze. Relató a este medio que al principio le costaba trabajar en esas condiciones, pero con el tiempo se fue acostumbrando. «Cuando más me molestan el ruido es al mediodía porque todo se concentra más. Igual, siento que ya me acostumbré. Tal vez, en unos años, esto me termine perjudicando. No lo sé. Es algo inevitable, que no se puede cambiar», describió durante la entrevista.
Quienes se especializan en esta temática indicaron que los daños suelen manifestarse en tres áreas del cuerpo: la auditiva (interferencia en la comunicación, hipoacusia permanente o irreversible), la fisiológica (hipertensión, sistema cardiovascular, estrés, insomnio) y la psicológica (nerviosismo, falta de atención, dificultades en el aprendizaje, disminución del rendimiento laboral). No obstante, lejos de generar pánico u obsesión por cuidados extremos, plantearon la necesidad de prestar mayor atención y adoptar medidas al alcance de la mano, como los protectores de siliconas en los oídos para atenuar las frecuencias y poder conversar sin aislarse.
Por Valeria Vera
Fuente: www.lanacion.com.ar
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[…] El problema: el tránsito. Salimos a la calle equipados con un sonómetro: un dispositivo de unos 20 centímetros de largo por cinco de ancho que lleva en uno de sus extremos un micrófono envuelto en poliuretano. Éste aparato capta todos los ruidos y los resultados se reflejan como decibeles (dB) en una pequeña pantalla. Para dar una idea del nivel de sonidos que hay en diferentes lugares, podemos comparar un boliche que, con el ruido de la música y de la gente hablando, puede llegar a medir 110 dB, y una obra en construcción puede llegar a los 85. Pero para la Organización Mundial de la Salud, en el exterior de una vivienda, el sonido que supere los 55 dB du…. […]