Polución sonora en la ciudad

Entre los problemas ambientales urbanos, la contaminación sonora resulta uno de los que tiene consecuencias más directas sobre la salud de la población. Es por eso necesario que se ponga en marcha el conjunto de medidas apropiadas para reducir los altos niveles de ruido que se registran en la ciudad, muchas de las cuales son complementarias del reordenamiento del caótico tránsito y de la recuperación de espacios verdes. Según las mediciones periódicas realizadas tanto por el Gobierno de la Ciudad como por institucciones privadas, el tránsito porteño año a año produce ruidos cada vez más intensos y peligrosos.  Mientras las normas vigentes establecen un límite máximo de 80 decibeles de ruido ambiental en zonas de alto tránsito, en diversos puntos de la ciudad se registran marcas cercanas al umbral del dolor, ubicado en los 120 decibeles. De acuerdo con los estudios, los principales generadores del ruido urbano son las fuentes móviles, es decir autos, colectivos, motos y camiones. Si se tiene en cuenta que cada día circulan por la ciudad 2 millones de vehículos, y que cada año se patentan 30 mil más, no es difícil comprender que la consecuencia directa sea el desborde del tránsito y el aumento de la contaminación sonora. Los efectos sobre la salud de este flagelo son diversos: desde cefaleas, pérdida de la audición, aumento de los ritmos cardíaco y respiratorio, trastornos digestivos, gastritis y úlceras e hipertensión, hasta estrés, disminución del rendimiento laboral e intelectual y aumento de la intolerancia y la agresividad social. Medidas como controlar el estado de los vehículos, aumentar el arbolado de la ciudad, reordenar la circulación y privilegiar el público son imprescindibles para combatir la contaminación sonora.

Fuente: clarin.com
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