Se demora la finalización de las obras de refacción en el colegio de la avenida Pueyrredón y Bartolomé Mitre; los alumnos del nivel primario deben sortear puestos de ropa y de comida para llegar a las aulas
¡Tamales, papa rellena, pollo, torta, chicha!, se oye gritar, mientras se siente el olor a comida caliente, en la esquina de Pueyrredón y Sarmiento, en el barrio de Once.
La escena, que podría ser típica de una feria, en realidad, tiene lugar frente a una escuela, la N° 16 Presidente Mitre, que funciona como primaria de jornada completa y nocturna para adultos.
Conocida como la escuela shopping desde la intendencia de Carlos Grosso, el establecimiento -en obras desde hace dos años- se encuentra rodeado de unos 20 puestos de venta ilegal , que convierten el emplazamiento en una suerte mini «Saladita».
Por la avenida Pueyrredón se ofrece desde ropa y artefactos electrónicos hasta juguetes, desplegados en paneles metálicos o mesas de madera.
Sobre el vallado de la obra, que esta allí desde 2011, se exponen también carteras para mujer y fundas para teléfonos celulares, entre otros elementos.
En torno de la esquina se concentra la oferta gastronómica, que se exhibe bajo el rayo del sol, al que apenas aplacan algunas sombrillas.
Además de los tamales, la chicha envasada en botellas de gaseosa y las bandejas con papa rellena y el pollo con arroz (a 20 pesos la ración), también se venden porciones de torta con crema, bizcochuelo y flan, a 12 pesos. La oferta culinaria al paso incluye, además, roscas y ensaimadas.
LA ODISEA DE LLEGAR AL AULA
Por la mañana, a la hora de concurrir a clase, el ingreso al colegio de los chicos de la escuela primaria convive con la instalación de las mesas para vender comida, que comienza a llegar en carritos desde muy temprano, desde depósitos de la zona.
El escenario más caótico, sin embargo, se presenta por la tarde, cuando a los más de 300 chicos que salen de la escuela, no les queda otra opción que arrastrar sus bolsos y mochilas por la calle, en medio del intenso tránsito de la avenida Pueyrredón.
Claudenice Da Silva, miembro de la comisión cooperadora y mamá de una nena que va a sexto grado, contó: «En esa esquina, hay robos y peleas entre los puesteros por los lugares. Mi hija de 11 años no tiene que ver eso». Además, se preguntó: «¿Qué va a pasar cuando habiliten las obras? ¿Cómo va a convivir un jardín de infantes con toda esa gente?«.
En tanto, Gloria Llopiz, vecina del barrio y miembro de la asociación Buenos Vecinos Once, definió al lugar como «la rotisería a cielo abierto de la escuela shopping», y explicó que los puestos funcionan allí las 24 horas. «Hay presunción de que tienen un negocio paralelo», agregó.
DEMORAS EN LAS OBRAS Y QUEJAS
A principios de 2011, tras el desalojo de los locales comerciales de la escuela shopping, el ministro de Educación de la ciudad, Esteban Bullrich, prometió que en 2012 estaría terminado un jardín de infantes. Dos años después de ese plazo, las obras continúan y son objeto de quejas por parte de los padres.
María Eugenia Fernández, presidenta de la comisión cooperadora de la escuela, cuestionó, además de los ruidos molestos y los trastornos de convivir con las obras, la falta de medidas de seguridad.
Según relató, dos alumnos de primer y sexto grado que jugaban en el patio se cayeron sobre el pozo de la obra al apoyarse en una ventana hace dos semanas.
También indicó que el patio del primer piso se encuentra clausurado por falta de rejas en una cúpula de vidrio, y que las rajaduras en algunos de los salones y el área de la dirección se deben a los golpes y vibraciones que se producen durante los trabajos de refacciones.
En respuesta a esta problemática, Carlos Regazzoni, subsecretario de Gestión Económica y Financiera del Ministerio de Educación porteño, dijo que el jardín de infantes y lactario que funcionarán allí, junto a un salón de usos múltiples, estarán listos para el inicio del ciclo lectivo 2014.
Además dijo que también estará renovada la fachada del edificio, que cuenta con protección patrimonial.
Explicó que los retrasos se debieron a «cambios en el proyecto», «cortes de luz en la zona» y «dilaciones por parte de la empresa» Ernesto Tarnousky SA [ETSA], a la que admitió haber «llamado la atención» en varias ocasiones por su desempeño y por los percances durante las obras.
Regazzoni aseguró, además, que la estructura de la escuela es «sólida» y «segura», y que «no hay riesgos».
En cuanto a los puestos de venta ilegal, aseguró que «la Agencia Gubernamental de Control hará cumplir la ley» y que, desde el punto de vista arquitectónico, «estamos buscando la forma de que la fachada ofrezca puntos de resistencia al establecimiento de vendedores ambulantes y manteros, como rejas u otras alternativas que no atenten contra la protección del edificio».
Fuente: La Nacion
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