Control o letra muerta

La actualización de la ordenanza de ruidos molestos se presenta como positiva, dado el retraso de lo establecido por la normativa actual y lo importante que es controlar la contaminación sonora.
Pero si se aplica de la misma forma que la normativa vigente, se estará en otro caso en el que la Municipalidad está avanzada en lo teórico, pero retrasada en lo práctico.
En el caso de los ruidos, el incumplimiento de la ordenanza 8.167 –por más desactualizada que esté– es evidente. El estudio del Cintra de la UTN sobre ruidos en el Centro detectó registros máximos de 94 decibeles en Illia 46, de 93,6 en Chacabuco al 360, de 93 en Humberto Primero 147, de 103,4 decibeles en Alvear 448 y de 104,6 en Jujuy 63. Una bocina de colectivo a tres metros de distancia tiene una marca de 100 decibeles.
La normativa actual establece para el Centro un ruido ambiente de 60 decibeles durante el día y de 50 decibeles para la noche. Otro dato importante: 30 decibeles más de lo admitido no implica un 50 por ciento más de ruido, la escala es logarítmica por lo que dos cortadoras de césped que producen cada una un ruido de 60 decibeles, no dan una suma de 120, sino de 63.
Otro ejemplo es la ordenanza 11.847, que establece que todos los colectivos a incorporar al transporte urbano deban ser adaptados a personas con movilidad reducida, tal como lo establece la Ley Nacional de Discapacidad, y no la cumple ni el propio municipio: de los últimos ómnibus comprados por la empresa municipal Tamse, ninguno era adaptado.
El tercer ejemplo es la ordenanza que regula los barrios cerrados. No se controló su cumplimiento y se tuvo que sancionar un régimen especial para una regularizar a Valle Escondido, que quedó cerrado, pese a que sus lotes son más chicos que lo admitido.
Diego Marconetti
Fuente: www.lavoz.com.ar
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