Más de mil corresponden a música a alto volumen en domicilios particulares. Desde la Asociación Unidos por el Silencio responsabilizan loa tribuyen a la no creación en ámbito municipal, de la Oficina de Control de Ruidos y Vibraciones.
Los reclamos por agresiones acústicas siguen aumentando en la ciudad y registraron un nuevo récord de 360 en el mes de junio, lo que eleva a 1330 el total acumulado del primer semestre de 2013.
La cifra de 360 supera en 39 el récord histórico de 321 denuncias que se había producido en mayo de este año, y en 127 el de junio de 2012 lo que representa un aumento del 54,5 por ciento.
Las 1330 quejas de los primeros seis meses del año también sobrepasan en 397 la máxima histórica de igual período que correspondía a 2012 con 933, lo que representa otro incremento del 42,6 por ciento.
De las 1330 llamadas a la Radio Municipal, más de mil fueron por música a alto volumen en domicilios particulares, un problema que hastía a los vecinos y ya ha comenzado a producir enfrentamientos en algunos barrios como el que se produjo hace algunas semanas en Laguna Seca que terminó con el apuñalamiento de un jóven de 17 años.
Dentro de los ruidos, el que más molesta a los denunciantes es el popularmente conocido como golpe del bajo, un tipo de sonido grave, muy invasivo y perturbador, característico de algunos géneros musicales como la cumbia que, dependiendo de su intensidad, puede recorrer una distancia de uno o más kilómetros y tiene la capacidad de atravesar paredes y vidrios, lo que hace prácticamente imposible su atenuación.
Desde la Asociación Unidos por el Silencio se informó que la situación tiende a agravarse día a día y «hasta que el ejecutivo municipal no trabaje en conjunto con los damnificados y ponga en funcionamiento la Oficina de Control de Ruidos y Vibraciones (ordenada por el Concejo Deliberante en octubre de 2009), la solución parece cada vez más lejana».
Al respecto, su titular Jorge Echeverz manifestó “la política de no escuchar a las víctimas e intervenir de manera aislada, sin tener un diagnóstico preciso ni personal adecuado, capacitado y preparado para afrontar esta situación, ha sido contraproducente ya que ha hecho proliferar las denuncias en lugar de reducirlas”.
Por otra parte, el dirigente explicó que “para disminuir la contaminación acústica se necesitan políticas de estado basadas en la prevención, concientización y educación acerca de las causas y los efectos que producen tanto el ruido como las vibraciones en los seres humanos y las relaciones sociales”.
Fuente: www.momarandu.com
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