Los ruidos molestos están a la orden del día en nuestra ciudad, especialmente los viernes y sábados a la noche, cuando algunos jóvenes que no van a los boliches, transforman sus casas en un boliche, con música a todo volumen que empieza temprano a la tarde y termina al otro día a la madrugada. Esta tortura a la que someten a sus vecinos que trabajan, estudian y hacen algo con sus vidas, debería ser penada de alguna manera. La gente de la guardia Urbana o la policía, tendrían que en sus patrullas preventivas, si escuchan a la madrugada estos boliches caseros, llegar hasta el lugar y llamarlos al orden.
Fuente: www.lacalle-online.com
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