A un año del derrumbe que dejó 22 muertos en Rosario Santiago estaba estudiando cuando un escape de gas voló su edificio. Quería ser médico.
Claudia Vaio abraza con fuerza el cartel que lleva entre sus manos. Mientras habla, mientras recuerda aquella mañana fatídica, acaricia la foto de su hijo con una ternura que emociona. Ese acto reflejo le permite contar su sufrimiento sin derramar ni una sola lágrima. Le prometió a Santiago que se iba a mantener entera hasta que se haga justicia por su muerte. Su “gordo”, como lo llamaba, no logró salir con vida de la explosión de calle Salta 2141. La peor tragedia de la historia de Rosario lo encontró estudiando en su departamento. “Duele mucho porque estamos hablando de muertes que se pudieron haber evitado.
Mi hijo no iba borracho al volante, no murió de una sobredosis. Estaba estudiando cuando un escape de gas voló su edificio ”, maldice Claudia al cumplirse el primer aniversario de la tragedia.
La estrella de Santiago Laguía es una de las 22 que decoran el paredón de hormigón que se levantó para tapar el terreno donde estaban ubicadas las tres torres que se transformaron en escombros la mañana del 6 de agosto de 2013. Santiago (25 años) estaba estudiando ginecología, una de las tres materias que le faltaban para recibirse de médico, cuando advirtió que el olor a gas era una verdadera trampa mortal. A las corridas, se metió en el ascensor junto a Luisina, su vecina del 8º piso. La puerta se cerró y nunca se abrió. La explosión derribó el edificio en segundos. Sus cuerpos fueron los últimos en ser encontrados.
Estaban abrazados en el hueco del elevador.
Claudia estaba en su casa de Pergamino cuando se enteró de la noticia. “En el momento que prendí el televisor mi vida se desmoronó por completo”, recuerda. Durante siete días mantuvo las esperanzas de encontrar a su hijo con vida. Se aferró al testimonio de un rescatista que dijo haberlo sacado sano y salvo y al informe de una empresa telefónica que señalaba que el celular de Santiago se había activado horas después de la explosión. En esos días, recibió decenas de llamadas anónimas de gente que aseguraba haber visto a su hijo deambulando por las calles de Rosario.
“Fue un dolor extra, insoportable”, señala. Para Claudia, la justicia se sacó “un ladrillo caliente de encima” con una resolución a la que le faltan “muchos responsables”. “Santiago murió por la corrupción, la negligencia y la impericia de muchos eslabones que confluyeron en esta tragedia. No voy a parar hasta verlos a todos presos”, afirma sin dejar de acariciar la pancarta entre sus brazos.
Andrés Actis y Mauro Aguilar,
desde Rosario
Fuente: Clarin
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