Controles por el alquiler de quintas para fiestas privadas

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En la zona hay varios predios que se ofrecen para realizar reuniones y eventos. Desde 2009, propietarios han realizado denuncias ante la Dirección de Inspección General por ruidos molestos y disturbios, pero no han logrado respuestas. Además, los establecimientos no cumplirían con las medidas de seguridad.

Villa Leonor es una barriada tranquila que viene atravesando un lento proceso de urbanización iniciado hace unas cuatro décadas. Delimitada por avenida Circunvalación, el camino al Aeroclub, Pedrone y Cortazar, comprende unas once manzanas loteadas en predios de medidas generosas.

El crecimiento general de Tandil ha repercutido de manera negativa en esta apacible zona, donde los vecinos aseguran que han perdido la tranquilidad desde que algunos propietarios decidieron alquilar sus quintas para fiestas y eventos. En esos encuentros, que se producen con regularidad, gran cantidad de personas escuchan música a alto volumen y provocan ruidos molestos.

Si bien desde 2009 han realizado distintos reclamos ante el Municipio, los habitantes no han logrado respuestas. Se quejan porque, además de generar molestias, estos espacios no cuentan con habilitación y por ende no han sido sometidos a los controles que exige la ley.

Además de varias quintas que ya se utilizan con fines comerciales, los vecinos temen que algunas de las construcciones que se están llevando a cabo puedan ser destinadas al mismo rubro.

Los vecinos estiman que estos espacios se ofrecen a través de internet y se enteran de los eventos cuando observan que llegan los deliverys de bebida y comida.

Una veta  comercial

Estas fiestas privadas no tienen horario, se hacen al mediodía o de noche, y suelen arrancar los viernes, se extienden durante los fines de semana y los feriados.

En los momentos en los que se desarrollan los eventos, los habitantes de la zona se encargan de llamar y mandar mensajes de texto a Inspección General, pero el personal de la dependencia nunca se ha hecho presente.

“Son quintas que ya existían y les han encontrado la veta comercial, entonces (los dueños) viven en la ciudad, hacen el negocio acá y el resto de los vecinos no duerme, no puede mirar TV, no puede nada, porque no hay control de la música”, sostuvo Gloria Maluta, una de las afectadas, quien ha firmado varias notas en reclamo por esta situación.

Es que desde 2009, en 2010 y hasta este año, integrantes de la barriada han entregado varias cartas con firmas a la Dirección de Inspección General, en las que cuestionan si los lugares están habilitados para ser utilizados para eventos masivos.

En las misivas señalan que puede ocurrir un accidente con las piscinas, en las edificaciones o dentro de los predios, ya que no se ha inspeccionado si cumplen con las medidas mínimas de seguridad.

Además, plantean que deberían contar con un seguro obligatorio ante los posibles imprevistos y exigen que se regulen los equipos de música, así como también que se hagan respetar los horarios de descanso.

Primeros pobladores

“Compramos en el año ’70, somos los primeros pobladores, los primeros que alambramos acá. Era sólo campo, no había ningún servicio, no había calles, no había luz, teléfono”, contó Gloria Maluta, pionera en el lugar y afectada por la actual problemática de Villa Leonor.

Hoy en día cuentan con servicios, como agua corriente, teléfono y televisión satelital, pero junto con esos beneficios, hace unos tres años algunos propietarios comenzaron facturar con sus casaquintas.*

Fuente: www.eleco.com.ar
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