AUDIENCIA PRIVADA CON LA DENUNCIADA
Le cuento que las señoras quieren hacer un acuerdo, que reconocen que los ruidos y molestias en este mes no existieron excepto una sola vez. A lo que me contesta que es cierto, que un día ella hizo ruidos porque le hicieron ruido temprano a ella y que eso la puso muy mal porque siente que se lo hacen a propósito. Le explico que no es necesariamente así en un edificio de departamentos, que los ruidos se producen por el ritmo habitual de la vida de la gente; salvo ruidos puntuales como música a alto volumen, o maquinarias funcionando. Me dice que no, que son golpes de puertas de placard muy fuertes, o tacos golpeando el piso, o cortinas que se levantan o bajan. Le digo entonces que me diga cuánta gente vive en el edificio: llegamos a 32 familias. Le pido que piense en las diferentes vidas de esas personas: viejos, jóvenes, horarios de trabajo, de sueño, etc. Ella dice entonces que sí es cierto. Le pido que piense que los ruidos que producen en sus vidas cotidianas son diversos y en distintos horarios y vienen de distintos lugares, no sólo del departamento de arriba. Le cuento la situación de los vecinos de 2 pisos más arriba que tienen una bebé y levantan las persianas muy temprano cuando se van a trabajar. Se queda como sorprendida. La dejo pensar un segundo y le reitero que esta es la vida normal de un edificio, que no necesariamente se lo hacen a propósito, que se requiere tolerancia. Entonces dice con asombro que va a tratar de pensar en esta idea, acerca de que los ruidos vienen de distintos lugares y que no se los hacen a ella, porque dice que eso es lo que ella siente, pero que lo va a pensar. En ese momento me pregunté hasta qué punto esta reflexión podía producir un cambio en Juana cuando ella parecía estar tan centrada en ella misma que no podía pensar en otra cosa que fuera que los ruidos se los hacían contra ella.
Le propongo entonces los términos del acuerdo, me dice que sí y sobre el final le comento lo que dijo la vecina administradora en cuanto a que podría llamarla si la necesitaba. Me dice con gran asombro que bueno, que cómo sería eso, que gracias. Le digo que si tiene el teléfono de esta señora, me dice que sí. Le digo entonces que la llame nomás. Pero se niega a darles el teléfono de un familiar.
AUDIENCIA PRIVADA CON LAS «BRUJAS DE SALEM»
Les comunico que la requerida aceptó los términos del acuerdo, que no quiso dar el teléfono de un familiar y que se mostró muy sorprendida y contenta con la oferta de poder llamar a la administradora.
Ellas también quedan como congeladas. Les causa una profunda conmoción esta aceptación, al punto que una de las que había hablado de seguir con la causa, reflexiona diciendo: “¿Qué increíble! Parece que uno se olvidara que somos personas! Me siento mal por esto. Ella necesitaba nada más que nos acercaramos. Para mí está bien el acuerdo. Ya está”
Redacté el acuerdo, lo firmaron en forma separada y cuando se retiraron y pasaron por al lado de Juana todas la saludaron con un beso y ella las saludo con lágrimas en los ojos. La defensora y yo nos aguantamos las lágrimas. La saludamos y la estimulamos a cumplir con el acuerdo.
Lo que más me impactó de este caso es el lugar que ocupa Juana. Es una persona lábil, que tal vez tenga algún problema psiquiátrico. Muchas veces atendemos cuestiones similares, y lo que siempre aparece es el temor que generan las personas como Juana. Temor a lo que pudieran llegar a hacer, aunque en general nada hayan hecho. A pesar de lo cual y por lo que pudiera suceder vienen a pedir a la Fiscalía que los saquen, que de alguna manera desaparezcan de sus vidas.
Me pregunto si el abordaje de este tipo de problemas desde la mediación es posible? Tal vez sí es posible pero no suficiente porque son situaciones que requieren una intervención desde la salud y tal vez desde la sociología para que nos enseñen como comunidad a convivir con estas dificultades.
En estos casos lo interesante en el trabajo es ayudar a deslindar si el temor es tan grande como para accionar legalmente las medidas necesarias para la seguridad personal, o es nada más que el deseo o la necesidad de no ser molestado, lo que en general alberga la utopía de que la persona denunciada desaparezca. En la primer hipótesis no estamos en el terreno de la mediación. En la segunda hipótesis es bueno pensar cómo se puede convivir lo mejor posible con ese otro que es tan ser humano como yo. Por mi experiencia a veces el camino se puede recorrer satisfactoriamente, a veces no. A veces la denuncia funciona como un límite para el denunciado y eso en sí mismo sirve. Es por eso que este contacto final entre las partes fue tan interesante y pedagógico para todos, en la posibilidad de comprensión y contención.
Caso mediado por mi amiga, hermana de la vida, y excelente mediadora Nelida B. Reggiardo que fuera premiado en el VI Congreso Mundial de Mediación realizado en Salta y que deseo compartir con los lectores promoviendo el ida y vuelta en nuestras experiencias como mediadores. ¡Felicitaciones nuevamente!
Fuente: Casos y Cosas de la Mediacion
Link: Ver Nota
¡Reciba GRATIS nuestros boletines de Peritajes Edilicios, Arquitectura Legal y Acústica Legal por email!