15/03/11
Las calderas funcionan a presión, son artefactos que utilizan el calor empleando para su transporte un vehículo en forma de agua o vapor. El combustible que se quema en el horno convierte las calorías producidas en su interior en energía mecánica usando como fluido al vapor. Como todo elemento que trabaja a presión, puede producir una brusca expansión del vapor y del agua en su interior, generalmente causada por el colapso de alguno de sus componentes. En algunos casos, esta explosión se produce por la ignición del combustible vaporizado en el interior del hogar (corazón de la caldera), o bien por diferentes motivos tales como una falla del quemador que genera un reencendido, o una falta de agua que, por acumulación de sarro, provoca una elevación descontrolada de la temperatura.
Si no se libera vapor a través de la válvula de seguridad, o bien se sobreeleva la presión por falla del manómetro o su falta de control, puede producirse una explosión. Una de las formas de cortar la alimentación es mediante el uso del presóstato. Si la carcasa o una de las partes interiores de la caldera se corroe, se debilitan sus partes metálicas. Al mantenerse constante la presión habrá también riesgo de explosión, y lo mismo sucederá si la temperatura de trabajo excede los límites máximos permitidos para ese aparato.
Se utilizan una gran variedad de calderas, desde la hogareña a las de tipo industrial. Las de agua caliente no superan generalmente una temperatura de 110ºC; cuando superan este valor reciben el nombre de “caldera de agua recalentada”. En algunas se incrementa la temperatura usando sobrecalentadores, economizadores de precalentamiento o recalentadores. Las automáticas sólo requieren la presencia humana para su encendido, o bien para su reencendido en el caso de que alguno de los elementos de seguridad haya cortado el circuito.
Es importante conocer el área de intercambio que estará en contacto con el agua, vapor o llama directa para saber con qué superficie de radiación o de convección se cuenta (datos generalmente aportados por el fabricante).
Asimismo el aporte de energía calórica debe ser de regulación variada entre las posiciones de máxima y de mínima.
Es recomendable en viviendas unifamiliares de superficie importante separar el aporte de agua caliente o vapor para calefacción del agua de consumo para lavado o higiene. En el caso de utilizarse las llamadas “duales”, habrá que verificar la simultaneidad de uso para no privar de fluido a un sistema en función del otro. Una buena solución es utilizar un termotanque o calefón para la cocina y lavadero Como el mayor problema de las calderas son las explosiones, habrá que tomar los recaudos básicos para prevenirlas, que serían básicamente disponer siempre de una válvula de seguridad, manómetro, indicador de nivel y termómetro (controlando todos frecuentemente en su funcionamiento). A su vez, no puede descuidarse la limpieza de su interior, y se debe verificar que no haya corrosión ni sarro. Si hay hervor brusco del agua, se debe apagar el quemador cerrando de inmediato las válvulas, y una vez despresurizada, dejarla enfriar ocho horas.
En esta operación no se debe mirar dentro del artefacto sin protección del rostro y es preciso utilizar para su encendido “antorchas” largas.
Hoy las más avanzadas tienen controles computarizados que liberan al usuario de muchas tareas de mantenimiento, pero de todos modos no debe descuidarse su control periódico.
Fuente: www.clarin.com
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