El fuego se apoderó de la planta alta de una casa, en donde descansaban los niños de 3, 7, 11 y 13 años
En medio de la desesperación, con sus cuatro hijos en el altillo y las llamas al pie de la escalera que le impedían subir, le resultó más rápido correr 100 metros para pedir ayuda en el Destacamento de Bomberos que llamarlos por teléfono. En menos de cinco minutos se sofocó el incendio, pero ya era tarde. Los niños de 3, 7, 11 y 13 años murieron intoxicados por el humo. La madre se salvó porque se bañaba en la planta baja cuando comenzó el fuego.
Una estufa alimentada por el gas de una garrafa habría sido el origen de la tragedia a partir del contacto que, por razones que se investigan, tomó con un sillón del living. De allí se extendió al revestimiento de las paredes y escalones y barandas de la escalera, todo de madera.
El matrimonio sobreviviente era asistido ayer por profesionales ante la crisis nerviosa que sufrieron al conocer el lamentable final de sus niños. Cristian Díaz, de profesión pescador, sufrió algunas quemaduras menores en los brazos. Su esposa, Vanesa Pereyra, resultó ilesa.
«Se trabajó muy rápido por la proximidad, pero la escalera ofició como pulmón y el humo se acumuló en el altillo, donde estaban los chicos, y no había ventilación», relató a LA NACION el jefe del Destacamento Bomberos Puerto, comisario Sebastián Álvarez de Toledo. La dependencia está sobre la calle Azopardo al 3200, sobre la misma vereda y a una cuadra del chalet donde se produjo el incendio.
La familia Pereyra, según confiaron en el barrio, se había instalado allí hace siete meses. La propiedad estaba abandonada y los ocupantes pronto se ganaron la confianza y cariño de los vecinos, que nunca denunciaron la situación. Por el contrario, habían recibido ayuda en más de una oportunidad con ropa para los chicos y otros elementos para equipar la casa.
Los peritos de bomberos trabajaban ayer para intentar determinar motivos del incendio. Dan por hecho que todo comenzó con la estufa a gas, que se usaba en la planta baja para calentar un chalet que estaba a medio terminar. De hecho, el dormitorio que ocupaba la pareja, en planta baja, solo tenía revoque y no tenía revestimiento en los pisos.
A la 0.30 llegó Pereyra hasta el destacamento y reclamó la presencia de los bomberos en su casa. «Los pibes están arriba y no puedo subir», les avisó a los gritos. El comisario Álvarez de Toledo aseguró que apagaron el fuego en tres minutos. Y cuando subieron encontraron a tres de los niños fallecidos. El cuarto había intentado bajar por la escalera. Tenía quemaduras y aún estaba con vida, pero luego falleció, como sus hermanos, por inhalación de monóxido de carbono.
Las autoridades policiales del distrito y en particular las del Destacamento Bomberos Puerto desmintieron que no contaran con equipamiento adecuado para acceder al inmueble, situación apuntada por algunos vecinos que cuestionaron a la fuerza de seguridad por la demora en llegar a la planta alta.
Fuente: La Nacion
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