Diez personas murieron y al menos 42 resultaron heridas en los últimos tres años. a raíz de derrumbes de edificios o mampostería en la Ciudad de Buenos Aires.
Desde el 2009 se registraron nueve derrumbes, de los cuales tres ocurrieron este año y que además de las víctimas dejaron millonarias pérdidas materiales.
Un obrero de 23 años, de nacionalidad paraguaya, murió el 1 de octubre de 2011 cuando se derrumbó el techo de una obra en construcción en avenida Directorio 428, en el barrio porteño de Caballito.
En ese caso, el cuerpo sin vida del hombre de 74 años que vivía en el 3º «B» del inmueble, fue encontrado una semana después del derrumbe.
El 29 de mayo de este año, un obrero murió y otros cinco resultaron heridos cuando se produjo un derrumbe en una obra en construcción ubicada en Emilio Mitre al 600, en Caballito, en ese momento, los vecinos denunciaron falta de controles.
El lluvioso 19 de agosto pasado, Octavio Pérez Galimberti, un joven abogado murió aplastado cuando, al intentar protegerse de la tormenta, se refugió bajo una marquesina y ésta se desprendió y se le cayó encima.
El cartel de nueve metros de largo por dos de ancho pertenecía al edificio de la sede de la Obra Social del Personal de Sociedad de Autores y Afines (OSPESA), ubicado en Lavalle al 1500.
Ese mismo día, por la noche, los cimientos de un edificio que comenzaba a construirse en Cerviño y Sinclair, en Palermo, hicieron ceder parte de la vereda y, si bien no hubo heridos, debieron evacuar toda la cuadra por una fuga de gas.
Anoche 24 familias que viven en un edificio de tres pisos ubicado en Uruguay 60, en el barrio porteño de Monserrat, debieron ser evacuadas por al menos tres horas hasta que las autoridades porteñas determinaron que las grietas en las paredes no presentaban peligro de derrumbe, sin embargo dos de las familias decidieron no volver a
sus hogares.
Esta mañana personal de Emergencias de la Ciudad y de la policía Metropolitana se encontraban en el inmueble para determinar la magnitud de los daños.
En algunos departamentos, según indicó personal apostado en el lugar, se colocó en las grietas una masa denominada «testigo», que es una pasta de masilla y vidrio molido, para medir la evolución de esas aberturas.
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