El derrumbe del entrepiso del boliche Beara, en Palermo, además de dos muertes dejó muchas dudas sobre los criterios para habilitar locales. El de Scalabrini Ortiz 1638 lo estaba como “casa de fiestas privadas”, una figura que no existe en el Código de Habilitaciones porteño, pero bajo la cual están habilitados 111 locales tan variados como los exquisitos salones del Palacio Duhau, un cabaret del Bajo o boliches que anuncian música en vivo o bailes.
A las 4 del viernes, poco después de un show de ex integrantes del grupo Ráfaga, se desplomó el entrepiso de Beara, un local habilitado desde hace un año como “restaurante, cantina, casa de lunch, café bar, whiskería, cervecería y casa de fiestas privadas”. Murieron Ariana Beatriz Lizárraga, de 20, y Leticia Paula Provedo, de 21. Además hubo 33 heridos. Uno de los socios de El Viejo Sabio S.A., la empresa que explotaba el local, quedó detenido por algunas horas y es investigado por “doble homicidio culposo y lesiones culposas”.
Poco después del derrumbe, el jefe de Gabinete porteño, Horacio Rodríguez Larreta, afirmó que todo indicaba que éste se había producido por “mal uso de las instalaciones” y que el Ejecutivo no había fallado en el control. El jefe de la Agencia Gubernamental de Control, Javier Ibáñez, dio más datos: que el local había sido inspeccionado 9 veces, la última el domingo 5, y que había sido clausurado en dos oportunidades por “desvirtuación de rubro”, lo que significa que se comprobó que estaba habilitada para una actividad pero se dedicaba a otra. Pero ambas clausuras fueron levantadas por la Justicia.
En la noche del derrumbe quedó claro que la fiesta que se estaba haciendo no era privada: en la puerta de Beara vendían entradas disfrazadas de “consumiciones” por $ 20 y no hacía falta estar en una lista para entrar. Ayer Rodríguez Larreta admitió que esto sería una infracción, pero dijo que el derrumbe hubiera ocurrido igual hubieran pagado o no la entrada.
Pero, ¿qué es lo que permite la figura de casa de fiestas privadas bajo la cuál se habilitó Beara? Esa fue una de las preguntas que le hicieron los jefes de bloque de la Legislatura porteña a Ibáñez, cuando fue a dar explicaciones a horas del derrumbe. “Le preguntamos qué norma se usa para habilitar un local como sala de fiesta privada –contó Fernando Sánchez, presidente del bloque de la Coalición Cívica–. Dijo que el Código de Planeamiento, lo que es una barbaridad. La situación es más grave de lo que imaginamos. Hay más locales mal habilitados y que conllevan peligro para la gente”.
Ibáñez no pudo dar precisiones normativas porque la figura de “sala de fiestas privadas” no existe en el Código de Habilitaciones. Sin embargo, en su sitio www.saliseguro.gov.ar, el Ejecutivo ofrece una lista de 111 “salas de fiestas privadas”. El listado es heterogéneo: están desde el Gran Córdoba, un tradicional salón de fiestas, hasta hoteles como el Sheraton Libertador o el Duhau, que también alquilan sus salones con ese fin.
Pero también hay lugares más dudosos. Uno es un conocido cabaret de Reconquista al 800. Otro, en Venezuela al 100, por Internet dice que para entrar a sus “fiestas privadas” hay que pagar una consumición obligatoria de $ 15. “Anunciate en la puerta como invitado de X”, propone otro lugar de “fiestas” de avenida Córdoba al 5800. Otros invitan a mandar mails con nombres que serán incluidos en la lista de “invitados”.
¿Qué requisitos debe cumplir una casa de fiestas privadas? En Salí Seguro hay un documento de 4 páginas que lo explica. En un punto afirma que debe poseer una habilitación según el artículo 10.2.3 del Código, que curiosamente es el que se aplica a los locales de baile. Ninguno indica, por caso, si las salas de “fiestas privadas” tienen capacidad reglamentada. Como sí lo indica un documento similar con 9 páginas de requisitos que deben cumplir los locales de baile, disponible en Salí Seguro.
Entonces, ¿cuál es la diferencia entre una sala de fiestas privadas y un local de baile clase C, más allá de que éste debe cumplir muchos más requisitos, como tener un bombero y cámaras de seguridad? “La figura de sala de fiestas es una trampa para dejar funcionar lugares como locales bailables clase C, pero sin tantas exigencias. Esto pasa por la corrupción en habilitación y control”, dice Sánchez.
La Asociación Civil Que No se Repita, formada por padres de víctimas de Cromañón, coincide. En un comunicado firmado por Cristina Bernasconi recordaron que en 2004 se organizaban recitales en locales bailables para eludir exigencias como contar con autorización previa y una ambulancia y bomberos en el lugar. “¿Cómo se logra hoy el mismo resultado? –se pregunta Bernasconi–. El nuevo sendero de los perversos e inescrupulosos empresarios de la noche, transitado con la complicidad de los funcionarios de la Agencia de Control Comunal, consiste en realizar los recitales en casas de fiestas privadas”. También revela que para ayer en Beara estaba previsto el festival “Kiniero” con actividades durante el día para todo público, y para mayores de 18 desde las 24, hora en la que iba a presentarse un DJ japonés. Las entradas de $ 25 podían comprarse con anticipación, según www.kinironews.blogspot.com.
“Los funcionarios no pudieron darnos ninguna respuesta acerca de la norma bajo la cual había sido habilitado Beara como casa de fiestas –señaló el legislador Raúl Fernández (Encuentro Progresista)–. Ni presentaron copias de las actas de inspección que se supone hicieron ni informaron sus detalles”. Mañana a las 18, Ibáñez volverá a la Legislatura para intentar aclarar todas estas dudas. Ayer, prefirió no hacer declaraciones.
¡Reciba GRATIS nuestros boletines de Peritajes Edilicios, Arquitectura Legal y Acústica Legal por email!