Concentran la mayor cantidad de denuncias. Es porque allí hay muchos bares, restaurantes y discos. Desde 2007 crecieron un 21% las causas judiciales por este problema. Y en el 75% de los casos, se resolvieron antes de los tres meses.
En la Edad Media se llegó a prohibir el tránsito de caballos y de carruajes con el fin de proteger el sueño de los habitantes. Con el tiempo, los sonidos mutaron. El ladrido de un perro, la música que llega de un boliche, una murga ensayando al aire libre, un joven que intenta tocar la batería, un motor funcionando durante toda la noche, la alarma de un garage demasiado sensible y un aire acondicionado añejo que parece desarmarse. Esos son los ruidos típicos de una Ciudad que pueden complicar la vida cotidiana de sus vecinos hasta límites insospechados. Los casos llegan cada vez con más frecuencia a la Justicia de la Ciudad, que se encarga de las contravenciones y de algunos delitos. Según datos a los que accedió Clarín, en los últimos dos años crecieron un 21% las causas por ruidos molestos y Palermo y Recoleta son los barrios que concentran la mayor cantidad de denuncias.
El Código Contravencional castiga con tareas comunitarias o multa a quien «perturba el descanso o la tranquilidad pública mediante ruidos que por su volumen, reiteración o persistencia excedan la normal tolerancia». Pero deja al margen a quienes «utilicen dispositivos de amortiguación del sonido de los instrumentos o equipos», en el caso de la música.
«Los ruidos molestos a los que hay que enfrentarse en la Ciudad son innumerables. Y además van mutando incluso por épocas: ahora están las murgas que participan de los carnavales y ensayan en las plazas públicas, muchas a la hora de la siesta. Eso puede resultar molesto», ejemplifica Silvia Cabeza, de la Asociación Civil Oír Mejor. Otros son ruidos aún más caseros, que pueden influir en la convivencia de un edificio: ejemplo, el motor de un ascensor. «En este tipo de ruidos, el consorcio está obligado a solucionar los problemas», explicó Cabeza.
Los mecanismos para denunciar se ampliaron en los últimos años: se puede llamar por teléfono las 24 horas (al 0800-33-FISCAL), mandar un mail (denuncias@jusbaires.gov.ar), o ir a las Unidades de Orientación y Denuncia (UOD) que ya hay en Balvanera, Pompeya, Lugano y Palermo. Sin embargo, el 77% de los conflictos por ruidos molestos todavía se denuncian en las comisarías y en las fiscalías porteñas, que están modificando su estructura: a mediados del año pasado se inauguró la sudeste, donde actúan seis fiscales, y esta semana abrió la sede norte. «La primera consecuencia del nuevo diseño es que los fiscales quedan concentrados en la investigación de las causas y en la preparación de las audiencias orales», dice el fiscal general Germán Garavano. Traducidos en números, los fiscales trabajan con menos del 30% de las causas ingresadas, lo que permite aumentar el porcentaje de las que llegan a juicio y de las mediaciones.
Recoleta y Palermo concentraron la mayoría de los casos por la creciente concentración de bares, restaurantes y discos, aunque el nivel de conflictividad también fue alto en sectores de Retiro, Balvanera, San Nicolás, Monserrat, Almagro, Colegiales y Belgrano, entre otros barrios. Basados en la experiencia de los casos, los técnicos que trabajan en el procesamiento de datos explicaron que quienes poseen un nivel económico más alto son los que más denuncian. De la misma manera, los números marcan que las probabilidades de resolver los problemas que generan una fuente fija -un boliche o una fábrica- son mucho más altas que las que genera, por ejemplo, un grupo de personas que todos los viernes se juntan en una esquina a hacer el «preboliche».
Hay ruidos que son irritantes, porque se prolongan en el tiempo. Pero los más graves son aquellos que pueden ser perjudiciales para la salud, y causan desde stress hasta enfermedades auditivas. «La dificultad para comprender muchas veces lleva al aislamiento, a más agresividad, irritación, stress o cambios de comportamiento», explicó la fonoaudióloga Fabiana Troncoso de Gaes, especialistas en trastornos auditivos.
A diferencia de la Justicia nacional, en la Ciudad los procesos suelen ser más cortos. De hecho, el 75% de la causas por ruidos molestos se terminaron en los primeros tres meses. Y sólo un 12% duraron más de seis meses. El final más común para los ruidos molestos es la mediación, por las características de los conflictos. También se aplican muchas probation (suspensión del juicio a prueba) y un porcentaje ínfimo de casos termina en juicio oral.
Fuente: www.clarin.com
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