Serie Vicios Ocultos y Destrato Profesional (Parte I)

Exigen el informe completo, lo abonan por mitades y cuestionan su valor justo cuando más lo necesitan

Cuando se compra una propiedad repleta de vicios ocultos y el letrado cuida los intereses de su cliente para que no gaste “tanto”

Reflexión crítica sobre el destrato técnico y económico hacia los peritos y profesionales que entregan pruebas determinantes.

Introducción: esta serie no es una queja, es una advertencia

Esta nota es la primera entrega de una serie que tenía que escribirse. No solo por la cantidad de casos acumulados, sino por la repetición de un patrón: propietarios que compran propiedades nuevas plagadas de fallas constructivas y, al intentar reclamar, encuentran el primer obstáculo en sus propios abogados. Letrados que en lugar de buscar respaldo técnico de calidad, priorizan el «gasto» por sobre la defensa.

¿De qué sirve una escritura perfecta si la casa se llueve por los cuatro costados? ¿De qué sirve una demanda si no hay informe pericial que sostenga el daño?

El destrato económico, la minimización del rol técnico, el recorte en lo que garantiza la prueba: todo eso se repite una y otra vez, y no se puede seguir callando. Lo que está en juego no es una opinión: es el éxito o fracaso de una causa.

Este es el inicio. Lo que viene después va a doler un poco más. Pero hay que ponerle nombre a esta forma de violencia profesional.

1. El informe que lo da todo

Un informe completo incluye:

– Relevamiento en obra con observaciones fundadas.

– Fotografías documentadas de patologías o hechos.

– Análisis estructural, funcional y constructivo.

– Marco normativo actualizado (Código Civil y Comercial, reglamentos técnicos, CPAU).

– Jurisprudencia relevante como sustento doctrinario.

– Conclusiones técnico-legales que articulan lo observado con lo normativo.

– Opcional :Puntos periciales

Cada uno de esos elementos no es decorativo: es una capa de responsabilidad, de claridad y de defensa para quien contrata. Pero al momento de retribuir, el mismo comitente que exigía «todo en una carpeta prolija» empieza a poner excusas, aplicar descuentos o directamente retacear el pago. El informe se valora en la palabra, pero se desprecia en la acción.

2. Casos como este (y otros parecidos)

El cliente exige:

– Plazos cortos.

– Presentaciones impresas y digitales.

– Argumentaciones blindadas.

– Envíos a terceros (abogados, peritos, jueces).

Pero al llegar el momento del pago:

– Alega falta de fondos.

– Pide un supuesto «cómputo faltante».

– Entrega menos del 50% como si fuera «algo simbólico».

Este tipo de situaciones replica actitudes que ya se vieron en otros encargos previos.
El fondo es siempre el mismo: exigir profesionalismo y excelencia, pero sin reconocer el valor económico y humano que implica producir un informe técnico de alto nivel.

Y a veces ni siquiera llegan a contratarlo: cuando el presupuesto aparece, lo rechazan de plano. Dicen que el informe «cuesta demasiado» sin comprender que están poniendo en juego toda su capacidad de reclamo.

3. El informe es una prueba, no un favor

El profesional técnico no es un ayudante ni un redactor de lujo. Es un actor clave dentro del proceso judicial o extrajudicial. Su informe no es una opinión personal, sino una construcción fundamentada que puede condicionar la suerte de un litigio o una mediación.

Una prueba anticipada mal producida, una pericia sin respaldo, o un informe que no fue cuestionado a tiempo puede sellar un destino procesal. Por eso, el informe bien hecho es un escudo técnico y jurídico. No valorarlo es debilitar el proceso mismo.

4. El silencio profesional

Muchos colegas callan. Otros aceptan «lo que hay» con tal de no perder al cliente. Algunos, agotados, optan por no seguir litigando sus honorarios. Ese silencio alimenta el ciclo del destrato. Y naturaliza que un informe de 80 hojas valga menos que una noche de hotel en la ciudad.

Pero cada informe tiene una firma. Y esa firma representa historia, formación, responsabilidad técnica y ética profesional. Sostener esa firma es un acto de dignidad.

5. Conclusión: pagar el informe es respetar el proceso

El informe no se paga solo por lo que dice. Se paga por lo que implica. Por el respaldo, por el trabajo silencioso, por la exposición profesional, por el tiempo entregado. Y por la valentía de sostenerlo ante quien haga falta.

Exigirlo entero y pagarlo por mitades, o rechazarlo por costoso y enfrentar el juicio sin él, no es solo una injusticia. Es una forma de vaciar de sentido al proceso técnico-legal.

Quien exige un informe profesional debe estar a la altura de reconocer que no está comprando papel, sino verdad estructurada. Y eso, simplemente, se paga.

Cuando el abogado prioriza el ahorro sobre la defensa técnica, está dejando al cliente desarmado en medio de una batalla legal. A veces no es falta de fondos: es falta de conciencia profesional.

Lo que viene:

En la próxima entrega, vamos a mostrar lo que ocurre cuando alguien quiere litigar por una propiedad defectuosa… y busca al perito más barato.

Proxima nota – La defensa cuesta, pero vale.

Luego:

– Cuando el informe llega tarde, el daño ya está hecho.

– Las 10 afecciones más encontradas al comprar una propiedad nueva.

– Las 10 afecciones más frecuentes por obras colindantes.

Porque denunciar es el primer paso. Pero enseñar y prevenir también es parte de la responsabilidad.—

Teodoro Ruben. Potaz
Arquitecto legista y perito técnico

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