¿Sabías que Buenos Aires está entre las cinco ciudades más ruidosas del mundo? Las consecuencias para la salud pueden ser graves. Consejos y un detalle de los sonidos que tomamos como habituales y pueden ser muy perjudiciales.
os de transito, bocinas, motores, taladros, alarmas, las grandes ciudades superan los niveles sonoros tolerables para el oído humano, sin embargo este bochinche base está naturalizado y muchos pretenden evadirlo con auriculares y música a todo lo que da. El gran problema es que nuestro cuerpo no está preparado para tanto volumen y las secuelas de tanto aturdimiento se hacen sentir. La contaminación acústica es un mal de nuestros días y si no tomamos conciencia, las consecuencias pueden ser tremendas para la salud. Malhumor, problemas digestivos, cardiovasculares, hipertensión, hipoacusia son algunas de los temibles corolarios.
DESDE CHIQUITOS
Lejos de solucionarlo, el problema del ruido está socialmente aceptado; hoy en día el volumen alto es sinónimo de diversión. Dejando de lado los extremos como un recital de rock o un boliche –que pueden llegar hasta 130 decibeles–, el audio de algunos cines están a 110 decibeles. El oído humano soporta sin llegar a dañarse entre 80 y 85 decibeles por un tiempo prolongado.
«Cada vez hay más consultas por niños de jardín de infantes que no quieren ir a cumpleaños porque les molestan los oídos. Ellos están sanos, pero la música fuerte y los animadores que hablan por encima con un micrófono les genera algiacusia (dolor por el ruido) porque el oído no está formulado para sonidos tan fuertes de 110 db como se llega en algunos de estos eventos», cuenta Graciela González Franco, presidente de la Asociación Argentina de Otorrinolaringología y Fonoaudiología Pediátrica. También afirma que han aumentado muchísimo las consultas de chicos a partir de los 12 años por sentir zumbidos o escuchar menos. El dato es alarmante: los especialistas calculan que un tercio de los adolescentes de nuestro país tendrán pérdida auditiva; esto es 3 millones de personas.
Los dispositivos móviles con auriculares son otro gran inconveniente. Ya sea por placer o para tapar el ruido callejero, el volumen se sube al máximo, es decir, 120 decibeles, cuando se aconseja no estar expuesto a ese nivel por más de 28 segundos. Además de augurar una pronta sordera, semejante batifondo produce mayor cantidad de accidentes, porque el sonido distrae.
¿ME GUSTA EL BOCHINCHE?
¿Quién no ha ido a un bar o un restó a charlar y distenderse con amigos para terminar hablando casi a los gritos y entendiéndose a medias? «Los requisitos para habilitar este tipo de locales son mínimos: un determinado espacio entre las mesas para contrarrestar ruidos, por ejemplo, pero no existe la obligación de poner aislación acústica. Encima una vez habilitados, suelen agregar mesas y hasta ponen parlantes en la calle. La inspección llega después de una denuncia, pero lamentablemente la promesa de bajar decibeles dura poco tiempo», explica el arquitecto legista Teodoro Rubén Potaz. Encima, los materiales que se usan hoy para construir edificios son muy livianos y el ruido del tráfico prácticamente entra en las casas.
MAL DORMIR
De acuerdo con el «Mapa de ruido de CABA» elaborado por el Gobierno de la Ciudad, en Buenos Aires la brecha de ruidos entre el día y la noche se ha achicado considerablemente y está muy por encima de los 45 db sugeridos por la OMS para el período nocturno: a un promedio de 65 db. «Con el tiempo uno se acostumbra a los ruidos, los incorpora al sueño, pero lo cierto es que alteran la actividad cerebral, aumentan el movimiento del cuerpo, la frecuencia cardíaca, la respiración y la presión arterial, por lo tanto hay microdespertares de breves segundos que multiplicados a lo largo de la noche dan como resultado un sueño de mala calidad. Un sueño fragmentado puede derivar en trastornos metabólicos, irritabilidad, falta de memoria, de concentración, entre otras cosas», explica la Dra. Mirta Averbuch, Jefa de la Unidad de Medicina del sueño del Instituto de Neurociencias de la Universidad Favaloro.
Bajar el volumen, usar protección y explicarles a nuestros hijos lo importante que son estos cuidados para escuchar toda la vida son los primeros pasos para construir una sociedad más sana. •
ATURDIDOS
Según la Organización Mundial durante el día los ruidos deberían estar en un valor de 55 db y los considera tolerables hasta 65 db. Lamentablemente estamos lejos de esos valores.
140 decibeles: Un petardo que estalla al lado. Umbral de dolor.
130 decibeles: Trueno, avion despegando.
120 decibeles: Boliches, motor de avion en marcha, maximo volumen de IPod y MP3.
110 decibeles. Motosierra, bares concurridos, fiestas (incluso infantiles). La exposicion regular de mas de un minuto implica el riesgo de perdida auditiva permanente.
100 decibeles. Taladro y algunos cines. Se recomienda no superar los 15 minutos de exposicion sin proteccion.
90 decibeles. Subterraneos, cortadoras de pasto, motos.
80 decibeles. Bocina de auto.
70 decibeles. Una calle de transito tranquilo, aspiradora.
60 decibeles. Conversacion entre varias personas.
50 decibeles. Sonidos que se escuchan en un parque o lugar tranquilo.
20 decibeles. Canto de pajaros.
Fuente: Revista Susana
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