La principal causa de que haya más derrumbes es la pérdida de respeto a la seguridad.
La empecinada epidemia de derrumbes que está castigando a Buenos Aires desde hace unos años (y que ayer cobró otra muerte) prueba que, en la construcción como en tantas otras actividades, cuando algo puede fallar, tarde o temprano, fallará. Es algo así como la popular Ley de Murphy que anunciaba: “Todo lo que pueda salir mal, pasará”. Además de ser un credo pesimista (o fatalista, para los optimistas con buena información), la famosa ley sirve para algo más que quedarse de brazos cruzados, con una sonrisita de: “yo les dije”, mientras el mundo se viene abajo. El mito dice que la ley fue enunciada por Edward Murphy, mientras trabajaba para la Fuerza Aérea de los Estados Unidos en 1949, y la usó para prevenir catástrofes eliminando los riesgos.
Hoy, en nuestra ciudad, la construcción se ha convertido en una actividad de alto riesgo al punto de que, balcones, marquesinas y hasta edificios enteros se pueden caer de la noche a la mañana. Se necesitaría una nueva Ley de Murphy
para evitar tantas fallas, sobre todo porque la ciudad se convirtió en un ecosistema inestable en el que lo que pasa en un lote, influye en el lote vecino. Como lo probó la catástrofe de la semana pasada en Neuquén.
Las razones de los derrumbes son múltiples pero tienen un origen común: la falta de respeto a la construcción. Hasta no hace más de 20 años, la posibilidad de que se le cayera un edificio a cualquier constructor era mínima y además era su peor pesadilla. El resultado de semejante persecuta era que todo el mundo tomaba los máximos recaudos para evitar derrumbes. Hoy, parece que la audacia llegó a las obras, más por ignorancia que por temeridad. No creo que la responsabilidad de tantos derrumbes sea de los controles o la falta de ellos. Me parece que también hay una deformación cultural que nos hizo pensar que la construcción no traiciona. Y no es así.
La construcción tradicional tiene una parte de la culpa de la actual confianza desmedida de constructores (profesionales y aficionados). Décadas de materiales nobles, edificaciones sólidas y estructuras estables nos han convencido de que todo puede aguantar cualquier cosa. Fijate que antes las construcciones clandestinas era más sólidas que las declaradas porque el miedo al fracaso era proverbial. Si había que hacer una habitación en la terraza, el constructor italiano te hacía gastar una fortuna en materiales para que dure más. Las paredes eran anchas, las vigas grandes y las columnas enormes.
Recuerdo que el primer trabajo independiente que tuve fue diseñar un jardín de infantes a partir de una casa chorizo, esas de patio a un costado y habitaciones en hilera. El proyecto lo hicimos con mi amigo Eduardo y, como se trataba de una reforma, buscamos usar las habitaciones grandes como aulas, demoler la menor cantidad de paredes y aprovechar las antiguas puertas y ventanas de madera. El proyecto quedó una pinturita, logramos una economía extrema y conseguimos un edificio sencillo pero digno.
El día que empezó la obra, entró el constructor con sus muchachos, sacaron el techo, levantaron el piso y tiraron todas las paredes en menos de lo que canta un gallo. “Questo è tutto un porquería, noi lo costruiamo bene”, dijo el constructor mientras lo mirábamos con la boca abierta y nos tapaba el polvo de la demolición.
Esos viejos constructores ya no existen, el noble paraguayo que lo sustituyó ya está jubilado y la falta de obras durante la década del 80 acabó con toda una generación de experimentados operarios. Lo que siguió entre los 90 y la actualidad, es decir, para llevar adelante la gran actividad de la construcción que todos padecemos, hizo que la calidad de los materiales aumentara, los sistemas constructivos mejoraran y la calidad de la mano disminuyera. ¡Ah! Y subidos a una historia de una solidez y una estabilidad que parecían eternas, los constructores, directores de obra y profesionales se hicieron cada vez más audaces, en un área en la que la audacia es un pecado mortal.
POR MIGUEL JURADO – Editor adjunto ARQ
Fuente: Clarin Arquitectura
Link: Ver Nota
¡Reciba GRATIS nuestros boletines de Peritajes Edilicios, Arquitectura Legal y Acústica Legal por email!
3 Comments
[…] De todos modos, para el caso del balance anual los especialistas prefieren no hacerse demasiadas ilu… Sostienen que en este tipo de relevamientos como el que mide la cantidad de escrituraciones se toman discount cialis for sale […]
[…] si pide reparaciones y el profesional debe volver a verificarlas y extender el certificado. “Para saber bien si los hierros de los balcones están oxidados, una falla común, es necesario picar…, estima Marcos Bergenfeld, de laAsociación Civil de Propietarios de Inmuebles en Propiedad […]
[…] Ver fuente Original […]