Nuevas evidencias sobre el alto nivel de contaminación sonora en nuestra ciudad

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Una vez más se tomó conocimiento del alarmante nivel de contaminación sonora que se registra en el centro de nuestra ciudad, en base a mediciones que ahora realizó, al igual que en otras ocasiones, el Colegio de Fonoaudiólogos platense.
En esta oportunidad se detectaron en la zona de la plaza Moreno, en el curso de una campaña de concientización que concretó esa entidad para conmemorar el Día Internacional de la Conciencia del Ruido. Pese a que la medición se realizó en un punto ubicado a 150 metros de cualquiera de las calles que bordean la plaza, altamente contaminada por el ruido de bocinazos y frenadas, al mediodía el decibelímetro de los fonoaudiólogos marcaba 78 decibeles, cifra superior a los 65 recomendados como tope por la Organización Mundial de la Salud.
Tal como informaron los profesionales, esa marca refleja la magnitud de un problema que afecta principalmente a lo que los profesionales califican como Generación “S” – de sordera -, o sea los jóvenes que, expuestos a altos volúmenes de música, tienen la audición de una persona de 70 años de edad. Hablar de la problemática que generan los ruidos y estar atentos a las primeras señales del daño, como por ejemplo son los zumbidos, es parte de la campaña que realizan desde 1998 los profesionales con el objetivo de promover hábitos saludables.
Lo cierto es que, de acuerdo a distintos relevamientos realizados, La Plata se encuentra entre las ciudades más contaminadas del país en materia de ruidos; incluso por momentos el panorama es peor que el que se vive en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Las continuas movilizaciones, las frenadas de los micros, los bocinazos, los festejos por las recibidas y el hábito de circular con la música a todo volumen son algunos de los factores que inciden en ese ranking.
En efecto, luego de tantos avances culturales concretados en el mundo y también en nuestra ciudad referidos a la necesidad de fijar pautas para combatir todo tipo de contaminación -entre otras, la generada por los ruidos molestos- resulta por cierto llamativo como desalentador el hecho de que numerosos vecinos de La Plata sigan padeciendo, completamente indefensos, las desmesuras de la contaminación sonora. Como se ha señalado reiteradamente en esta columna, con los ruidos molestos ocurre como en el tránsito: reina el caos; son pocos los que cumplen con las normas o existe una suerte de anomia autorizada tácitamente, pero todo sigue igual y aún empeora día a día.
Por otra parte, las eventuales omisiones en que incurre el poder público obligan a los vecinos -a veces al precio de enfrentar serios riesgos- a intervenir en defensa de sus derechos. El hecho concreto es que en el ámbito platense no se advierte que exista una acción decidida contra esta forma de contaminación sonora y contra los diversos trastornos y daños que de ella se derivan. A todas luces se está ante un problema crítico que requiere no sólo una reacción institucional -eficaz y ejecutiva-, sino también una actitud colectiva más solidaria, susceptible de acompañar los programas que deban ponerse en práctica.
Fuente: www.eldia.com.ar
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