¿Nos Dimos Cuenta Porque Estamos Asfixiados?
¡Nunca Hubo Un Planeamiento Racional En La Ciudad,
Construimos Sin Orden Ni Proyección Y Estas Son Las Consecuencias!

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Alerta, cambian el Código de Planeamiento Urbano

El Gobierno porteño se encaminaría a enviar a la Legislatura de la Ciudad un proyecto de reforma del Código de Planeamiento Urbano (CPU), que sería reemplazado por un nuevo código morfológico. Celebramos que finalmente se tome esta iniciativa, aunque contenidamente, dado que desde el año 2008 (cuando entró en vigencia el Plan Urbano Ambiental, en adelante PUA) hasta hoy abundaron los rumores y los intentos fallidos de nacimiento del nuevo Código.

Sobran motivos para saludar el reemplazo: el actual CPU fue concebido e impuesto en 1977, durante la última dictadura militar y se caracteriza por el uso del fibrón para delimitar zonas y usos, y la calculadora para establecer factores, relaciones, tangentes y compensaciones. Se trata de una concepción urbana nacida durante la primera mitad del siglo XX que parte del vacío en términos del desconocimiento de la ciudad heredada, sus tipologías y su tejido urbano, para reemplazarla por una ciudad ideal, de grandes parcelas, edificios en perímetro libre y plantas bajas pasantes.

El nuevo Código, promovido y prometido por el PUA, nacerá en democracia. Deberá ser propuesto y no impuesto, como el actual, y para esto deberá ser participativo, de modo de crear un fuerte acuerdo de los actores de la sociedad interesados en la materia y diversamente representados en instituciones, comunas, asociaciones, consejos, colegios y casas de estudio. El consenso será fundamental para reducir reacciones sociales que han crecido peligrosamente durante los últimos años, del tipo NIMBY (siglas inglesas que significan Not in my back yard y se traducen ‘No en mi patio trasero’; consiste en la reacción que se produce entre determinados ciudadanos que se organizan para enfrentarse a los riesgos que supone la instalación en su entorno inmediato de actividades o instalaciones que son percibidas como peligrosas o debido a sus externalidades, pero sin oponerse a las actividades en sí mismas). Estas últimas han derivado en un abundante y preocupante grado de litigiocidad: demandas y amparos, vecinos contra vecinos, contra desarrolladores y contra el Estado.

Acerca de nosotros: ARQUITECTOS DE ABOGADOS – Soluciones en conflictos edilicios. Lo asesoraremos en la interpretación del daño que lo afecta y cuáles son los pasos a seguir para defender sus derechos. Asesoramos también a Estudios Jurídicos y Arquitectos. CONÓZCANOS >>

Así las cosas, el reemplazo del actual CPU promete homogeneizar alturas, entender a la cuadra y no a la parcela como unidad urbana, lo que evitaría disrupciones en el tejido, promovería los usos mixtos y aumentaría la urbanidad barrial y otras bondades teóricas que cuentan con un considerable grado de aceptación en círculos académicos.

Dicho y aclarado lo anterior, es imprescindible alertar sobre el proceso de recambio del Código. Sobre el proyecto en sí aún no podemos opinar, dado que no ha sido enviado a la Legislatura para su tratamiento, pero el período de transición y el procedimiento de desconexión de la vieja normativa y la entrada en vigencia de la nueva puede ser altamente especulativo si no se hace pensada y transparentemente. De hecho, el anterior cambio del año 1977 fue traumático y tremendamente especulativo: se presentaron miles de planos contrarreloj de edificios que resultaron siendo «no conformes» muchos años después.

Es sabido que el mercado inmobiliario es uno de los más grandes en términos de volumen de dinero dentro de la economía, con poder, incluso, de alterar la macroeconomía entera de un país en determinadas situaciones. El valor de un terreno urbano está dado por la capacidad constructiva que la normativa vigente asociada le otorga. El Estado, modificando un número referente a una altura o un factor, puede beneficiar o perjudicar, enriquecer o empobrecer al tenedor del dominio de la propiedad. Cuando el Código entero cambia, todos los parámetros se modifican y los precios relativos se caen. Es más, si se corrobora la noticia del cambio, es probable que directamente no haya precios, por especulación y porque, en rigor de verdad, si no hay normativa, son incalculables.

En esta coyuntura, el manejo que se haga de la información es determinante: si alguien acaso contara con información privilegiada, podría comprar barato, sabiendo que determinada tierra se verá beneficiada por la nueva normativa o vender rápido, sabiendo que se verá perjudicada.

También requiere transparencia para que el dictado de normas no beneficie a sabiendas a terrenos ligados a funcionarios o amigos del poder.

El período de transición, una vez enviado el proyecto a la Legislatura, requiere de medidas tendientes a evitar la corrida que se produce cuando los tenedores de tierra que se verá perjudicada intenten, en tiempo de descuento, presentar planos de edificios que tal vez ni pensaban construir para defender su patrimonio, y al mismo tiempo obliga a pensar al Estado en cómo recuperar la plusvalía percibida por los propietarios que se verían beneficiados sin hacer más que sentarse a esperar la votación de la ley.

Si estas cuestiones de aplicación no son atendidas como merecen, en lugar de asistir finalmente al cambio del Código de Planeamiento Urbano, asistiremos fatalmente al proceso más especulativo de compraventa y presentación de expedientes de obra sobre la tierra de la ciudad de las últimas décadas. O tal vez, de su historia.

La nueva Ciudad: ya no se podrán construir edificios de más de 12 pisos

A los códigos de Edificación y de Urbanismo se suma una ley de plusvalía para que los desarrolladores que se beneficien con el cambio de norma aporten a un fondo para el Estado.

El gobierno porteño presentó el proyecto oficial que le dará un nuevo perfil urbano y morfológico a la Ciudad: no más torres con rejas alrededor, no más cálculos matemáticos de superficies construibles. Se definirán alturas por barrio, prometen más espacios públicos, menos tiempo de traslado al lugar de trabajo, captación de ganancias de los desarrolladores y protección del patrimonio.

Todos estos cambios, que se proyectan para los próximos 20 años, son los que plantean los proyectos para reformar los códigos de Planeamiento Urbano y de Edificación y una ley de plusvalía que permitirá financiar las reformas.

Una de las modificaciones más importantes tiene que ver con el cálculo de la constructividad y el fin de las zonificaciones. El proyecto, que fue discutido durante un año con vecinos y entidades de la sociedad civil, propone alturas, conservando las fisonomías barriales que van desde los 9 metros (PB y dos pisos) hasta 38 metros (edificio de 12 pisos).

«La ciudad sustentable en donde los trabajos queden cerca de las casas y la gente tenga mejor calidad de vida no puede concretarse con esta normativa», explicó el ministro de Desarrollo Urbano y Transporte, Franco Moccia, durante la presentación en la que detalló que este conjunto de normas data de 1977 y el de Edificación, de 1947.

La nueva fisonomía de los barrios se definirá entonces por alturas y patrimonio. Las alturas quedarían definidas de la siguiente forma: grandes corredores como la Avenida del Libertador podrán construir hasta 38 metros; en otras avenidas, 31 metros (PB y 9 pisos) o 22 metros (PB y 6 pisos), calles y algunos tramos de avenidas, 16,5 metros (PB y 4 pisos) y calles y pasajes 10,5 metros o 9 metros (PB y dos pisos).

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El nuevo código permitirá que en algunos lugares las alturas se igualen, lo que significará una ganancia para los desarrolladores. Un ejemplo son las esquinas, que hoy por los cálculos son más bajas que el resto de la cuadra por el tamaño del terreno.

«En este escenario se generarán cambios en los valores del suelo: habrá parcelas de la Ciudad en las que se podrá construir más. Este valor adicional que logra la misma propiedad gracias al cambio de normativa que realiza el Gobierno, es llamado plusvalía urbana», explicó Carlos Colombo, subsecretario de Planeamiento Urbano local.

Ese proyecto de ley propone que el desarrollador contribuya con el crecimiento y consolidación de los servicios e infraestructura de la Ciudad a través del pago de un porcentaje de esa plusvalía que obtuvo gracias a la medida tomada por el Estado.

De lo recaudado, el 94% irá al Fondo de Desarrollo Urbano y Hábitat que se crea con la ley, destinado exclusivamente al financiamiento de: vivienda y equipamiento social, obras de infraestructura de transporte y servicios, espacios públicos y la integración de barrios vulnerables.

Las alícuotas se fijan según las zonas y los precios de incidencia del suelo y las zonas que el Gobierno quiere impulsar. Van entre el 10 y el 35% del excedente de la nueva construcción o ampliación existente.

La nueva posibilidad de constructividad que también incluye zonas que antes estaban catalogadas como industriales, como los bordes del Riachuelo o de la General Paz, darán nuevos metros cuadrados a las viviendas. En el fondo lo que buscan las normas es darle mayor densidad al distrito. «Esta Ciudad cuenta con infraestructura para 6 millones de personas que son las que circulan diariamente; a la noche van a dormir a otro lado. Lo bueno sería que los vecinos vean como atractivas las nuevas ofertas y estén más cerca de sus trabajos», sostuvo Moccia respecto de la densidad habitacional que tiene Buenos Aires. Cabe recordar que la Capital cuenta con una población estable de unos 3 millones de habitantes desde hace 50 años y que uno de cada tres hogares es unipersonal.

«Nuestra principal preocupación es mejorar los espacios públicos. El cambio más importante que se busca es que se respete y se consolide la identidad del barrio. Queremos evitar las sorpresas», dijo Horacio Rodríguez Larreta, jefe de gobierno, quien estuvo durante la presentación oficial.

El Código de Edificación, que es la norma que establece cómo se construye, no detallará materiales ni estructuras como sucede hoy. Sí determinará los servicios y los requisitos que las construcciones tienen que cumplir. El objetivo es que los nuevos edificios sean más sustentables e incorporen tecnología para recuperar el agua de lluvia, obtener eficiencia energética y garantizar la accesibilidad.

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«Un ejemplo que parece absurdo, hoy el código exige que los baños tengan bañera. La gente mayor y con dificultades de accesibilidad no pueden utilizarla, es un problema», indicó Moccia. La normativa también incluye la digitalización y simplificación de los trámites de permisos de obra.

Los códigos de Edificación y de Planeamiento son normas que requieren de 31 votos para su aprobación y son de doble lectura previa audiencia pública, mientras que la ley de plusvalía necesita 31 votos. Hoy el bloque de Cambiemos cuenta con 34 votos en la Legislatura, sin embargo, en el oficialismo destacan que no es la idea sacarlo con la mayoría propia.

«Hay un cronograma que seguir y como se dijo es una normativa para la Ciudad de acá a 20 años. La idea es sacarla con amplio consenso y que se debatan los temas y los detalles en los que no se está de acuerdo», aseguró Agustín Forchieri, jefe de bloque de Cambiemos. Sin embargo, los cálculos oficiales indican que las normas serían una realidad antes de fin de año.

Consultados por Infobae, en los bloques opositores prefirieron esperar a que los proyectos ingresen oficialmente para dar sus opiniones.

Todo listo para sancionar la ley que les pondrá límites a las torres

La Legislatura porteña la votará este jueves. Los futuros edificios no podrán superar los 12 pisos.

Los edificios que se construyan a futuro en la Ciudad no podrán superar los 12 pisos. Además, se buscará emparejar las alturas de las manzanas y que los barrios no sean sólo residenciales o comerciales. Estos son los principales puntos del nuevo Código de Urbanización que este jueves votará, y muy probablemente aprobará, la Legislatura porteña.

Este viernes, y tras meses de debates internos de los legisladores y rondas de consultas con organizaciones especializadas (donde no faltaron las críticas), la Comisión de Planeamiento Urbano firmó el dictamen para que la ley sea tratada en la sesión de esta semana. Como para aprobarla se necesitan 31 votos, y el bloque Vamos Juntos cuenta con 34 diputados, su sanción es casi segura.

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Tras ello, la idea del oficialismo es apurar la realización de la audiencia pública y la segunda aprobación para completar el trámite legislativo antes de fin de año. En julio, los diputados validaron un decreto de necesidad y urgencia que firmó el jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, para suspender por seis meses los permisos a futuras edificaciones, justamente para esperar por el nuevo Código y que no hubiera una avalancha de pedidos de autorización de obras antes del cambio.

El principal cambio será el de las alturas de los futuros edificios. Hoy, está permitido unir parcelas y definir la cantidad de metros de acuerdo a la superficie total y a coeficientes técnicos. Así, hay 27 alturas posibles.

Ese método se eliminará: no sólo se tendrá en cuenta el perfil urbano de cada barrio sino que se dejarán únicamente seis alturas posibles. ¿Cómo será el esquema? A grandes rasgos, en las avenidas principales, como Libertador o la 9 de Julio, se permitirán hasta 38 metros, lo que equivale a planta baja y 12 pisos; en otras avenidas y calles podrán ir hasta los 22 o lo 16,5 metros (según el barrio); mientras que para las calles más chicas y los pasajes el tope será de 10 metros (PB y dos pisos).

De esta manera, se evitarán las “torres sorpresa”. En la última década, varios grupos de vecinos se opusieron a este tipo de desarrollos y hasta lograron que la Legislatura votara “parches” que prohibían los edificios en algunas manzanas. Esos cambios, aseguraron fuentes Legislativas, no se perderán pero sí se incluirán en esta reforma. El Código es una de las leyes más importantes de la Ciudad, sin embargo no fue actualizada integralmente en más de 40 años.

También se buscará eliminar las “esquinas enanas”. Es decir, que las manzanas tengan una altura más uniforme. En este sentido, y como en algunas zonas se permitirán alturas superiores a las actuales, los legisladores acordaron crear un nuevo impuesto, a la “plusvalía urbana”, como contribución por esa ganancia que tendrían los desarrolladores. La carga será de hasta el 35% en la zona norte e irá bajando en los distintos barrios para fomentar la construcción en los sectores más postergados. Con lo que se recaude, se creará un fondo para obras públicas y para proteger a los edificios con valor patrimonial.

Otra idea es la de desarrollar los barrios con “mixtura de usos”: que no haya sectores sólo residenciales o zonas de oficinas o comercios. El ejemplo que citan en el oficialismo es el de la nueva Villa Olímpica, en Lugano: un barrio de edificios de 6 o 7 pisos pero donde también hay comercios, servicios y hasta un hospital.

“El nuevo Código cuida el patrimonio y la identidad de los barrios, llevando el desarrollo a los sectores de la Ciudad que más lo necesitan”, aseguró Agustín Forchieri, presidente del bloque Vamos Juntos.

Advierten que la polución del aire en la Ciudad es muy alta y piden más controles

Según un nuevo relevamiento, supera los parámetros internacionales. Un informe de la OMS ya lo había marcado. El Gobierno dice que se respetan los límites legales.

En ocasiones, cuando pasamos mucho tiempo en un espacio cerrado puede invadirnos cierta sensación de asfixia. En la mayoría de los casos el alivio viene de la mano de una acción lógica: “salir a tomar aire”. Si bien ese contacto con el afuera supone un bienestar inmediato, en ciudades como Buenos Aires los efectos a largo plazo podrían resultar todo lo contrario. Un reciente informe volvió a traer al primer plano la discusión sobre la contaminación del aire, que sigue supe- rando los parámetros saludables.

Así lo demuestra un relevamiento elaborado por Greenpeace. El muestreo se llevó a cabo en 20 puntos de Capital: nueve escuelas primarias, ocho jardines maternales y tres hospitales pediátricos. De marzo a julio pasado, por un período de tres días y en un rango de 12 horas, se midió el nivel de materia particulada 2.5 (PM 2.5), uno de los tóxicos provenientes de la quema de combustibles.

Según los índices, en barrios como Balvanera el “límite seguro” se llega a superar por un 356%, mientras que en Caballito, donde los efectos no son tan marcados, está un 80% arriba.

Otro de los materiales que se midió para el informe es el dióxido de nitrógeno (NO2), también presente en valores poco recomendables. “El 31% de todas las mediciones de NO2 violan los límites de la Organización Mundial de la Salud (OMS), y peor aún sucede con el caso del PM2.5, materia que podemos considerar venenosa por sus graves efectos a la salud y que en el 72% de las mediciones superó los límites”, resumió Ingo Boltz, coordinador de la campaña. Para el trabajo se utilizaron unos dispositivos traídos de la Universidad de Exe- ter, en Inglaterra, donde Greenpeace tiene un laboratorio.

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La OMS establece el límite de exposición diaria a PM 2.5 en 25 micrómetros por metro cúbico. Durante el estudio, en cambio, se encontró por ejemplo que en los alrededores de la Escuela Infantil N°5 del Distrito Escolar 2, donde también funciona la primaria N°16 Presidente Mitre, en Balvanera, está la cifra más alta en este sentido: 35.6 micrómetros.

La propia OMS había advertido sobre la polución en Buenos Aires. Hace dos años, en el marco de un relevamiento en 3.000 ciudades y usan- do las propias estadísticas oficiales, denunció que el aire tiene un 30% más de componentes nocivos que lo tolerado. Los efectos nocivos de la polución en la salud van desde patologías respiratorias hasta mayor riesgo de ACV (ver “Un enemigo…”).

Una de las discusiones tiene que ver con los monitoreos. En Greenpeace afirman que las estaciones de medición del Gobierno porteño son insuficientes y que debería haber al menos diez, como en otras ciudades comparables.

Desde el Ministerio de Ambiente y Espacio Público porteño, del que depende la Agencia de Protección Ambiental (APRA) a cargo de las mediciones, responden: «Contamos con cuatro estaciones de calidad de aire, en La Boca, avenida Córdoba y Rodríguez Peña, Parque Centenario y en Villa Lugano. Los valores registrados de calidad de aire cumplen con los límites establecidos por la normativa local, la que a su vez está en línea con lo exigido por la agencia ambiental de Estados Unidos», afirman.

El tema es que esos límites son un poco más tolerantes que los de la OMS. Y además en la Ciudad las mediciones son distintas: en los controles porteños aún no se sigue el PM 2.5, justamente uno de los parámetros cuestionados. «Actualmente APRA cuenta con tres equipos con los que se comenzó a medir PM 2.5, y que están siendo sometidos a procesos de validación para que puedan arrojar un diagnóstico certero», explicaron en el ministerio.

La quema de combustibles por el alto tránsito vehicular es uno de los principales contaminantes del aire que respiran los porteños. Del otro lado, la escasez de espacios verdes suficientes impide una mejor oxigenación. «Cualquier plan de acción tiene que ser gradual pero constante. No se trata de sacar de circulación todos los camiones o colectivos, pero eliminar sólo el 20% ya haría una diferencia sustancial. También se puede transformar parte de la flota del transporte público a otras tecnologías. Por ejemplo, las unidades que circulan por los carriles de Metrobuses podrían ser eléctricas», menciona Damián Bikiel, investigador y miembro del Instituto de Química, Física de los Materiales, Medio Ambiente y Energía (INQUIMAE) del Conicet.

La suma de nuevas construcciones, muchas de ellas en altura, es otra de las cuestiones. «Buenos Aires es una ciudad con una densidad de espacios verdes bajísima, por debajo de lo recomendado por la OMS. La pérdida de estos espacios o su planificación incorrecta tiene grandes efectos negativos en la calidad de aire. En forma similar, la capacidad de ventilación de la ciudad depende de la altura y densidad de sus construcciones, aumentar las fuentes y disminuir la capacidad de autolimpieza de la atmósfera no es la forma para reducir la contaminación», afirma Bikiel.

Sin vivienda obligatoria para el portero

Además del nuevo Código de Urbanización, la Legislatura tratará otra reforma integral, la que se plantea para el Código de Edificación, la norma que fija cómo se construye y con qué materiales. En este sentido, uno de los principales cambios es que se eliminará la obligación de construir una vivienda para el encargado del edificio, con el objetivo de bajar las expensas.

Hoy, todas las futuras construcciones de 15 o más unidades, o que superen los cuatro pisos deben incluir una vivienda para el portero. La nueva ley la reemplazará por un vestuario. Así, a futuro los consorcios podrán no tener un encargado full time, no pagarle los servicios y reducir las expensas, o bien contratar una empresa de limpieza.

En tanto, el nuevo Código permitirá que los restaurantes, bares, shoppings y otros establecimientos comerciales puedan construir baños unisex.

Aturdidos durante el día y sin dormir cuando llega la noche

La gente denuncia dolores de cabeza, imposibilidad de conversar y estrés.

Estoy acostumbrado al ruido, como siempre está ya ni lo escucho. Tengo vidrios aislantes en casa, pero igual se escuchan los colectivos y las bocinas”. El testimonio de Julián Del Molino, vecino de Santa Fe y Callao, ejemplifica lo que vive la gente de la zona: el ruido es un habitante más, desde hace años.

“A mí me molesta terriblemente y eso que estoy medio sorda. Lo peor son los colectivos y las motos. Vivo en Rodríguez Peña y Santa Fe y desde mi casa escucho el tránsito”, se quejó María Inés, de 88 años, mientras tomaba un té en una confitería.

Es que Santa Fe es sin dudas una de las avenidas más ruidosas de Buenos Aires. La segunda esquina con más polución sonora es la de Coronel Díaz. “Donde paran los colectivos es la peor zona, pero también las bocinas y las sirenas de las ambulancias. Mi casa da a Santa Fe y no puedo mirar la televisión con la ventana abierta porque no escucho”, contó Olga Pey.

El ruido sobre Santa Fe sufrió un agravante: la instalación del contracarril, al que fueron todos los colectivos que antes iban por las calles paralelas. Así como Marcelo T. de Alvear o Güemes ahora son más silenciosas, la avenida sumó ruido. “Hay días que vuelvo a casa con un dolor de cabeza tremendo por los ruidos, vuelvo aturdida”, protestó Ana, abogada. “Mi casa da a la avenida Santa Fe y no puedo mirar la televisión con la ventana abierta porque no alcanzo a escuchar nada”.

El barrio de Caballito también es ruidoso. Puntualmente, la esquina de José María Moreno y Rosario, muy transitada por colectivos. “El ruido en esta esquina es de lo peor, por la cantidad de vehículos que pasan. Todo el día circulan ambulancias, policías y millones de colectivos. Yo estoy todo el día en la calle y me retumban los oídos. Lo peor es que ni siquiera cuando llego a mi casa puedo descansar porque tengo dos obras en construcción, una de cada lado de mi edificio”, contó Lurdes López, empleada de un puesto de diarios.

“Esta es la peor esquina de Buenos Aires. El ruido es constante, no para nunca. Hay tránsito, gente, ambulancias y además pasan muchos colectivos. Cuando llego a casa estoy totalmente estresado y con dolor de cabeza”, contó Jorge, quien trabaja en un puesto de flores a pocos metros de la esquina. Mientras él intentaba hablar, una madre pasaba con un nene de unos cuatro años que no paraba de gritar, y a pocos metros estaba estacionado un auto con la música a todo volumen y las ventanillas bajas. “ Llega un momento que te acostumbrás, pero igualmente te molesta. Los bocinazos son insoportables, te penetran en los oídos. El dormitorio de mi hijo da a la calle y es realmente imposible dormir ahí”, se lamentó María Sanjurjo, vecina del barrio.

Otra de las esquinas del top five de cruces más ruidosos de la ciudad es la de Viamonte y Suipacha. “El barullo sobre Viamonte es insoportable desde que a Suipacha la convirtieron en peatonal, porque todos los autos se desvían por acá. Es tan fuerte que muchas veces para atender a los clientes tenemos que cerrar la puerta del local, porque sino no nos escuchamos. Lo mismo pasa para hablar por teléfono. Cuando salgo de acá me duele la cabeza y estoy nerviosa. Y lo peor es que llego a mi casa y pasa lo mismo porque vivo en una zona también ruidosa”, contó Mara Altamirano, empleada de una casa de computación.

“ No soporto el ruido de esta ciudad, no entiendo como pueden vivir así. Tocan la bocina todo el tiempo, incluso sin motivos, y nadie les hace una multa. Es total- “Ni siquiera cuando llego a mi casa puedo descansar porque tengo dos obras en construcción a ambos lados de casa” mente desagradable, incluso parece que a la gente le gustara el ruido porque hay autos y motos con caños de escape libre para molestar más”, describió Ariel Giménez, quien vive en Gualeguaychú.

El boom de la construcción, la enorme cantidad de autos que se sumaron a las calles porteñas, los problemas con el tránsito y los piquetes y la reactivación económica, que hace que los comercios trabajen más, por ejemplo, son todos factores que hacen que el ruido se vuelva cada vez más insufrible.

Cómo trabajan en las ciudades con más cuidado ambiental

Hay controles estrictos porque los ruidos excesivos traen perjuicio económico.

Hay una situación general para las distintas áreas que comprenden el cuidado ambiental que se repite en las grandes ciudades de Latinoamérica y tiene que ver con una sumatoria de factores económicos, sociales y culturales.

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En Europa se combate el ruido por las grandes pérdidas económicas que ocasiona en lo que refiere a atención de las personas enfermas por ruido, la pérdida de producción que esto genera y la devaluación de las propiedades ubicadas en zonas cercanas a las fuentes de ruido”, explica Silvia Cabeza, presidenta de la Asociación Civil Oír Mejor. Y ejemplifica: “Hay lugares como Suecia o algunas ciudades de Suiza en las que no se puede usar la licuadora o subir escaleras con pisadas ruidosas después de un horario determinado. En Madrid, las viviendas cercanas al aeropuerto de Barajas reciben tratamiento acústico en la fachada por parte del Estado”.

Según la Agencia de Protección Ambiental, Buenos Aires es la cuarta ciudad más ruidosa del mundo, detrás de Tokio, Nagasaki y Nueva York. Y si se tiene en cuenta que en Japón y Estados Unidos el uso de la bocina es me- maestría en acústica ambiental y arquitectónica en el Reino Unido y cuenta que allí el mapa de ruidos está disponible para toda la comunidad, que puede ingresar su código postal y monitorear lo que está sucediendo en su barrio.

Las dos coinciden en que el primer paso es generar conciencia del riesgo que implica la exposición constante a ruidos que superan la cantidad de decibeles que tolera el organismo. Y que un mapa del rui- nor, la Capital trepa. Las distintas ciudades tienen políticas diversas para combatir la polución auditiva. En Nueva York, por ejemplo, se aplican fuertes multas a quienes toquen la bocina. En Boston se construyó toda una red de túneles para el tránsito pasante, principalmente el pesado, que logró, entre otras cosas, que no haya tanto ruido a nivel calle. Y otras ciudades, sobre todo de Europa, promueven el uso de la bicicleta.

Medio ambiente porteño

“El tránsito y las obras en construcción que no respetan horarios de descanso o fines de semana encabezan la lista de las consultas. También se acercan mucho los que viven en los alrededores de la Autopista 25 de Mayo, los que están cerca de las vías del ferrocarril y de Aeroparque. Y hay quejas por recitales (ver pág. 5), boliches que no tienen aislamiento suficiente y funcionan hasta altas horas de la madrugada y, en menor escala, colegios y gimnasios”, enumera Silvia Cabeza, al frente de la Asociación Civil Oír Mejor.

“El problema es que como no es algo tangible, la gente no se da cuenta, se acostumbra”, advierte Tamara Potaz, especialista en acústica ambiental y arquitectónica. La pérdida de audición es un proceso gradual y no afecta a todos de la misma manera. “En el oído interno tenemos las células auditivas, cuando esas células son dañadas por la exposición a altos niveles sonoros van muriendo y no se regeneran. Y lo que sucede es El tránsito y las obras en construcción que no respetan horarios están al tope de las quejas que la gente consulta cuando ya es tarde”, explica Potaz. Además del daño que se produce en el sistema auditivo, la exposición constante a ruidos fuertes aumenta considerablemente el nivel de estrés y puede desarrollar hipertensión y cardiopatías. Y el problema se potencia si el ruido es nocturno e impide el buen descanso. La Organización Mundial de la Salud considera que la deficiencia auditiva es el riesgo ocupacional irreversible más frecuente y estima en 120 millones la cantidad de personas con problemas auditivos. El primer síntoma es la interferencia en el habla y también perjudica el rendimiento de los procesos cognitivos.

“Ejercer una conducción vehicular responsable es la clave para disminuir, además de los accidentes, la contaminación sonora y del aire. Manejar con un ritmo moderado respecto de las frenadas o aceleraciones reduce los ruidos y las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Y la utilización de la bocina debe ser limitada para advertir una situación potencialmente peligrosa a otros conductores o peatones y siempre que no sea posible la utilización de otro tipo de señal”, advierte Diego Santilli, ministro de Ambiente y Espacio Público porteño.

Por esta razón, como ocurre en otras ciudades avanzadas del mundo (ver pág. 4), desde 2009 en la Ciudad incluyen contenidos de conducción ecológica en los cursos de instrucción de manejo necesarios para obtener o renovar el registro. Y tratan de intensificar controles diarios a colectivos y camiones para que no excedan los niveles de ruido permitidos. “La idea es controlar cada unidad dos veces por año”, apuntan.

Arquitecto Legista Teodoro Ruben Potaz

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Fuentes: Infobae, Clarín
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