Algunos se sienten. Otros se niegan. Y muchos se ocultan detrás de frases vagas, respuestas evasivas o informes que dicen sin decir.
Ahí aparece la pericia. No como una formalidad. No como un trámite. Sino como una herramienta concreta para traducir el daño en prueba. Para darle forma legal a lo que la pared muestra, a lo que el techo deja filtrar, o a lo que la estructura ya no puede sostener.
Una pericia no es solo descripción técnica. Es interpretación objetiva, es precisión al servicio de la verdad. Cuando se redacta con claridad y sustento, expone lo que se quiso minimizar o negar.
Ese es mi trabajo: Detectar, interpretar, redactar con precisión y sustentar con normativa. Porque una grieta puede disimularse. Pero una pericia bien hecha, no.
El daño como hecho. La pericia como argumento.
En el campo jurídico, un daño no es solo una consecuencia: es un hecho que debe probarse. Y en materia edilicia, esa prueba muchas veces depende de una sola cosa: la pericia técnica redactada con precisión, neutralidad y lenguaje legal.
No alcanza con decir “hay humedad”, “se filtró”, “se agrietó”. Eso es relato. Opinión. Ruido. Lo que transforma el reclamo en defensa o acción legal concreta es un dictamen estructurado, fundado en observaciones objetivas, normativa aplicable y terminología técnica entendible para un juez o un abogado.
Por eso, la pericia debe hablar con doble claridad: hacia el ámbito técnico, para explicar causas, vicios, consecuencias, y hacia el ámbito legal, para vincular esos hechos con responsabilidades, incumplimientos o daños emergentes.
Ahí está el corazón de esta consultoría. Ahí está el motivo por el cual muchos abogados —y no pocos arquitectos— acuden cuando necesitan respaldo, no solo palabras.
Una grieta, un reclamo, y una defensa que no existía.
Hace no mucho, un arquitecto me llamó angustiado. Lo habían denunciado por un supuesto “error constructivo” en una medianera. El consorcio exigía una reparación completa, lo responsabilizaban de los daños, y el abogado del demandante hablaba de negligencia profesional.
Lo curioso es que el problema no venía de su obra, sino de un empalme mal resuelto por otra cuadrilla, años después. Él lo sabía. Yo también. Pero eso no alcanzaba.
Lo que cambió el escenario no fue su palabra. Fue la pericia. Redactada con precisión, acompañada de normativa, apoyada en fotos y diagnóstico, presentada con el lenguaje justo. La denuncia no prosperó. Y ese profesional recuperó su dignidad técnica y su tranquilidad.
El arquitecto legista: cuando el saber técnico se convierte en defensa.
Hay momentos en que el arquitecto ya no construye. Observa. Interpreta. Redacta. Y en ese gesto, se convierte en puente entre la materia y el derecho.
El arquitecto legista no es un denunciante, ni un declarante. Es quien traduce lo físico en prueba, lo técnico en argumento, lo invisible en evidencia.
Su responsabilidad es enorme: Debe ser claro, justo, preciso. Porque muchas veces, su palabra escrita puede inclinar una sentencia, proteger una obra, o defender una trayectoria profesional.
Porque cuando la estructura se quiebra, alguien tiene que sostener la verdad.
Y esa verdad no siempre se ve. Hay que saber leerla, nombrarla, escribirla con firmeza y sin exagerar. Eso hace una pericia. Eso hace esta forma de consultoría legal. Eso hago yo.
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Servicio de Consultoría Técnica y LegalArq. Teodoro Rubén Potaz
Arquitecto Legista – Consultor Técnico y Legal
Director de Sol IA – Potaz Neural Framework
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