Problemas habituales de las aberturas

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Soluciones para los encuentros entre pared y carpinterías. Cómo sellar las uniones. El riesgo de corrosión.

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Las filtraciones en las uniones de carpinterías con muros son de fácil detección y diagnóstico, ya que las discontinuidades entre los marcos y el revoque, revestimiento, ladrillo u hormigón son observables a simple vista. Se hace más difícil cuando la filtración tiene como origen los componentes de la abertura.

En edificios de gran altura, la acción del viento aumenta los riesgos de filtraciones por las aberturas cuando su diseño o ejecución son deficientes. Es el caso de los agujeros de fijación por tornillos de partes de las aberturas, la falta de sellado en los componentes de las hojas y los defectos en las descargas de agua. Por otra parte, la colocación de carpinterías en el muro puede involucrar problemas en la unión de jambas con muros o falta de hermeticidad entre los umbrales y el solado.

Esta última debe ser aportada por la estanqueidad de la impermeabilización del balcón en su unión con los umbrales y –algo elemental– con una pendiente que esté dirigida hacia los embudos de descarga pluvial y no hacia el umbral de la abertura. Estos problemas se resuelven mediante un correcto sellado con productos a base de resinas de poliuretano mono o bicomponentes, y de resinas de siliconas neutras para la unión de mamposterías con metales. Se recomienda no utilizar selladores de resinas de siliconas de liberación ácida, que se usan para sellar vidrios a la carpintería.

El cordón de sellado debe tener una sección acorde al elemento a sellar, pero nunca menor a seis milímetros, y debe ser continuo.

También son comunes los defectos de diseño en taparrollos, que permiten el ingreso de agua hacia la cortina de enrollar. Para solucionarlos, primero se debe evaluar la vía de conducción del agua, a escala “uno en uno”.

Aberturas vulnerables

Cuando se detecta una filtración en la unión entre los muros y los componentes estructurales, salvo que existan defectos en la misma estructura, se debe a defectos de ejecución al construirse el muro.

Como estas uniones suelen ser demasiado desparejas y ásperas como para sellarlas, es preciso colocar un cordón de sellado. La elección del método de sellado, con

resinas de poliuretano mono o bicomponentes, dependerá de la mayor o menor deformabilidad de la estructura portante. Para que el cordón tenga una vida útil prolongada y efectiva, se lo aloja en una acanaladura de unos ocho milímetros de profundidad, aunque la sección del cordón dependerá de la actividad de la fisura, según los mismos parámetros que en otros tipos de muros.

Cuando las uniones son con elementos salientes como caños de ventilación o escaleras, se deberán prever buñas perimetrales, selladas con el mastic correspondiente a cada tipo de solicitación.

Por último, se debe cuidar en la ejecución de las capas aisladoras, su composición, mezcla uniforme, detalles de aplicación y proceso de curado, así como prever las deformaciones entre muros y de éstos con carpinterías y estructuras para no volver a tener problemas de filtraciones.

Peligro de corrosión

Las carpinterías exteriores, como las ventanas, los marcos, las barandas y las escaleras auxiliares, muestran el inicio del proceso de corrosión presentando puntos rojizos de óxido. Las causas habituales son:

Contacto entre metales diferentes: el metal más activo sufrirá corrosión frente al más noble porque se genera entre ellos una corriente galvánica.

Deformación del material: cuando un metal sufre cambios en su estructura, ya sea por la acción del calor o la presencia de fisuras por fatiga, la sección afectada tiende a ser corroída por la que permanece intacta.

Cuando la abertura permanece expuesta a esos riesgos y sin mantenimiento. El proceso corrosivo avanza sin pausa derivando en el colapso de la carpintería. Al fallar la estanqueidad del sistema, el ingreso de agua será el origen de otras patologías como la degradación de pisos y revestimientos o la humedad en cielorrasos.

Para proteger los metales de las agresiones atmosféricas –agua en estado líquido, vapor o carbonatos– se emplean esquemas tradicionales de protección: una pintura como base anticorrosiva y una capa de terminación.

Para aplicar las pinturas, el metal debe estar libre de polvo, óxido y grasa. Si se confirmara la presencia de óxido debajo de la capa de pintura existente, se deberá remover a fondo, por medio de procedimientos químicos (removedores) o mecánicos (viruta y espátula).

El anticorrosivo, en general un antióxido a base de cromato de zinc, actúa como inhibidor de la corrosión y emplea resinas alquídicas como ligantes. Se debe aplicar en no menos de dos manos de 20 micrones de película seca cada una.

Fuente: Clarin Arquitectura
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