No tienen paz: quejas por templo umbanda en el barrio 9 de Julio

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Los vecinos aseguran desde hace más de cuatro años allí se realizan ceremonias multitudinarias y hasta se sacrifican animales.
Todo empezó hace cuatro años y seis meses; más precisamente, el 3 de enero de 2009. Ese día, dice Liliana, fue cuando comenzó a funcionar un templo umbanda en la calle Balcarce al 6800. Y desde entonces nada volvió a ser lo mismo.
Liliana Caucano vive a metros del lugar y su ubicación la convirtió en una participante involuntaria de las celebraciones y ritos que empiezan apenas pasadas las 21 y se extienden hasta las 5 ó 6 de la mañana de cualquier día de la semana.
Esta situación provocó que algunos vecinos de la zona decidieran tomar cartas en el asunto -la mayoría le teme a los propietarios del templo que suelen mostrarse armados- y optaron llegar a un acuerdo de buena manera: se acercaron al domicilio y plantearon la necesidad de que no hubieran ruidos durante la madrugada para que la gente pudiera descansar antes de ir al trabajo o la escuela.
Pero como respuesta al pedido sólo recibieron insultos y de esa forma se inició un largo camino de denuncias y quejas: primero llamaron al 911, luego al departamento de Nocturnidad de la Dirección de Inspección General de la Municipalidad y, después, la Defensoría del Pueblo. En ese último organismo, la exdefensora Mónica Felices logró, con la intervención de un Juzgado de Faltas, que se citara al responsable del templo a dar explicaciones. “Necesito tocar los tambores para que los espíritus bajen”, argumentó cuando se le reclamó por los ruidos molestos.
Al ver que el problema continuaba y que su hija había decidido irse de la ciudad por los ataques de pánicos que le producían los ritos umbandas, Liliana contrató a un abogado que en septiembre de 2010 demandó al dueño del templo por daños y perjuicios.
Hasta el momento sólo obtuvo que el juez de la causa le extendiera una medida cautelar con la que, ante el menor ruido, debe acudir a la comisaría del barrio y pedir la presencia de un patrullero para evitar la actividad. “No es vida; tenemos que estar atentos y salir corriendo como los bomberos”, afirma.
A fines del año pasado, en un allanamiento se secuestraron armas de fuego, cuchillos ensangrentados y huesos humanos, aparentemente, provenientes de la profanación de tumbas. A la fecha, el templo continúa funcionando con total normalidad.
Fuente: www.0223.com.ar
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