Los ruidos molestos crecen en Mendoza y potencian el estrés

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De la mano del aumento poblacional, la contaminación acústica se hace notar en los departamentos más habitados. Consecuencias de una problemática que no se ve.
Es una forma de polución que no se ve, pero que impacta de manera directa en la calidad de vida. Dispara los niveles de estrés, genera mal humor e incluso suele ser motivo de peleas entre vecinos. De hecho, la contaminación sonora proveniente de distintas fuentes parece haberse instalado en la vida cotidiana de los mendocinos, al punto incluso, de ser percibida como un ‘sonido de fondo’ casi natural.
Que cada vez más vehículos circulen por el Área Metropolitana de Mendoza -zona conformada por los departamentos más poblados de la provincia- no es el único motivo por cual el ruido (sobre todo en las horas de mayor congestión) se haya transformado en una problemática difícil de abordar.
Hoy, casi 60 por ciento de la población de la provincia está concentrada en los seis departamentos del Gran Mendoza (Capital, Godoy Cruz, Las Heras, Guaymallén, Luján de Cuyo y Maipú). Una postal que ilustra la situación se percibe al atender, por ejemplo, a la gran cantidad de emprendimientos inmobiliarios nuevos en los principales cascos urbanos.
Las consecuencias de esta situación están a la vista. Ocurre que si de sonidos no deseados se trata, el abanico es amplio. En las calles más transitadas de la ciudad, pero también en los vecindarios -esos que antes gozaban de cierta tranquilidad- las quejas por ruidos molestos y a cualquier hora del día se hacen escuchar.
Así, a los que atribuyen su descontento con el impacto sonoro de motores y caños de escape, se suman por ejemplo, aquellos no logran conciliar el sueño debido a los aires acondicionados en mal estado, la música a alto volumen y en horarios inadecuados, los ruidos de obras en construcción, las alarmas, las sirenas e incluso, los ladridos de perros que son abandonados en su propio hogar.
César Boschi es ingeniero en electrónica y director del Laboratorio de Acústica y Sonido de la Universidad Tecnológica Nacional (Facultad Regional Mendoza). A lo largo de su trayectoria, el docente ha investigado la evolución de esta clase de contaminación en la Capital mendocina. Asegura que si bien, en los últimos años los municipios han avanzado en la aplicación de medidas para controlar el exceso de ruidos en las cercanías de lugares de diversión nocturna, la contaminación sonora -lejos de disminuir- se ha incrementado.
El docente explica que existen dos clases principales de fuentes contaminantes: las móviles (automotores) y las fijas (equipos de climatización, entre otras).
Con el objetivo de conocer los niveles de ruidos en el principal casco urbano mendocino, el investigador realizó mediciones, en arterias transitadas, como las calles Patricias Mendocinas, Salta, Rioja y Perú, entre otras. Los estudios también incluyeron sitios donde el movimiento es más notorio por la existencia de bares y restaurantes.
Así, la calle Colón y su continuación hacia el oeste, Arístides Villanueva, suelen aparecer con altos decibeles ruidos. La zona más contaminada de la ciudad, de acuerdo a los relevamientos realizados por el especialista es la esquina de Colón y 9 de Julio. “Cada sector de la provincia tiene su particularidad.
Los accesos -Este, Sur, Norte- y el Corredor del Oeste, como así también las zonas industriales y en aquellas donde hay centros comerciales también generan un impacto sonoro”, explica Boschi. En los locales de elaboración de comidas, por ejemplo, los equipos de climatización y los extractores de aire suelen ser disparadores de ruidos constantes.
Deterioro en la calidad de vida
De acuerdo a los estándares de la Organización Mundial de la Salud (OSM), el máximo nivel de sonido tolerable por los animales y seres humanos no puede superar los 70 decibeles.
A diferencia de otros contaminantes, el ruido no perdura ni se exporta. Está localizado y cesa cuando lo hace el emisor. Pero también es el primero que detecta el ser humano y el que más perturba de manera directa al bienestar, asegura en uno de sus informes el profesional y detalla que las consecuencias de la contaminación acústica para la salud se describen según sus efectos específicos.
Estos pueden variar desde deficiencia auditiva; interferencia en la comunicación oral; trastornos del sueño y reposo; efectos psicofisiológicos, sobre la salud mental y el rendimiento como así también efectos sobre el comportamiento.
Del mismo modo, estas situaciones afectan directamente a la actividades cotidianas. “Los ruidos afectan a las personas a nivel psicológico, porque generan diferentes síntomas como la irritación; falta de concentración y problemas de memoria. Producto del estrés que genera este tipo de contaminación, las personas pueden demostrar mayor sensibilidad en el sistema de alarmas (Sistema Autónomo
Simpático) pudiendo provocar problemáticas psicosomáticas, trastornos de ansiedad, crisis de angustia, trastornos en el estado del ánimo y el humor”, detalla el psicólogo Santiago Gómez.
Carlos Trad Fager, presidente de la Asociación Argentina de Evaluadores de la Salud (SAES), coincide en que la problemática de la polución acústica ha crecido en los últimos años, casi tanto como la contaminación visual, proveniente de cartelería publicitaria. “Es un tema muy característico de la sociedad actual. Inclusive, también se puede percibir en zonas de campo”, asegura el experto en salud y detalla que el aumento de construcciones sin el nivel de insonorización adecuado junto a la disminución del follaje, han potenciado el exceso de ruido ambiental.
Ausencia de respuestas
Desde el punto de vista de Eduardo Sosa, de la Red Ambiental Oikos, sobre este tema existe un vacío legal, pese a que cada municipio cuenta ordenanzas para regularlo. “Ocurre que muchas veces las personas que denuncias ruidos molestos no tienen una respuesta institucional que los satisfaga”, reflexiona.
Los vecinos de calle Colón al 400 de Ciudad, son un ejemplo de ello. Según aseguran, desde hace varios años han llevado adelante diferentes denuncias para que los ruidos molestos procedentes de un comercio de la zona terminen. Sin embargo, de acuerdo a los mails que hicieron llegar por escrito a Los Andes, nunca han obtenido una respuesta por parte del Municipio de Capital.
Dicen que las molestias vienen generándose desde 2006, año en el que iniciaron los reclamos. “Música molesta, a todo volumen, a altas horas de la madrugada y un acondicionador de aire colocado en suspensión en un espacio no autorizado”, son los dos inconvenientes, que según aclaran, les generan una gran cantidad de inconvenientes.
Julio Godoy (32), por su parte, vive en el centro de Las Heras. Según asegura, en reiteradas oportunidades ha tenido que ir a su trabajo casi sin dormir debido a los ruidos molestos que producen sus propios vecinos. “Antenoche, el perro de mi vecino de arriba no dejó de ladrar ni un minuto. No pude dormir y aunque ya le he comentado la situación varias veces, no hace nada al respecto”, comenta el joven con indignación.
En ese sentido, la problemática se traslada al terreno de los códigos de convivencia y el respeto por el prójimo. Por eso, algunos municipios -como Capital- han incorporado la temática en su Código Urbano. A eso se suman las ordenanzas destinadas a regular la presencia de ruidos molestos de índole vecinal y los provenientes de automotores.
Regulaciones aisladas
En los departamentos más poblados del Gran Mendoza, cada municipio cuenta con su propia regulación para controlar los ruidos molestos y la contaminación sonora proveniente de los automotores.
En Godoy Cruz, por ejemplo, cuentan con una regulación en ese sentido, que data del año ‘86. En ella se establecen horarios permitidos para el trabajo en obras de construcción y talleres. Éste varía de acuerdo a la época del año, pero en todos los casos se respeta el horario de la tradicional siesta mendocina. Para los locales comerciales, la comuna ha implementado un sistema de medición y según aseguran, realizan inspecciones en forma periódica. “Los ruidos molestos son una problemática permanente”, aseguran.
En Capital, por su parte, explicaron que las normas se aplican de acuerdo a lo establecido por las normas IRAM. Allí, los funcionarios a cargo destacan que las denuncias por ruidos molestos son puntuales. “El 80% de las quejas tiene que ver con los locales de diversión nocturna, espectáculos y fiestas privadas”, explican.
De acuerdo a los datos de la Dirección de Tránsito de esa comuna, en 2014 se secuestraron 2.478 autos, de los cuales el 7% registró altos niveles de contaminación sonora, mientras que en el caso de las motos, de un total de 3.940 que fueron incautadas, el 2% estaba contaminando con el ruido.
Vale decir que los porcentajes restantes en el caso de ambos vehículos, corresponden a personas que manejaban sin la documentación necesaria a bordo. En relación con los registros del año pasado, los niveles de polución auditiva bajaron significativamente: en el caso de los autos, en 2013, 30% contaminaba, mientras que en las motos el porcentaje llegaba al 20%.
En Guaymallén, también cuentan con sus propias ordenanzas para regular esta problemática mientras que los controles corresponden a casos específicos, tras recibir las denuncias por parte de los vecinos afectados. En zonas industriales, comerciales y residenciales, el impacto es mayor. Por eso, cada actividad debe contar con una declaración de impacto ambiental.
Prevención
-Limitación del tráfico en las ciudades. Uso peatonal del centro urbano. Correcto mantenimiento del vehículo, en especial del silenciador.
-Minimizar el uso del claxon en las ciudades.
-Uso generalizado del transporte público y transporte alternativo como las bicicletas.
-Viviendas con insonorización adecuada (paneles absorbentes acústicos en paredes y techos, ventanas dobles, etc).
-Montajes de máquinas -aire acondicionado, máquinas industriales, etc.- con soportes antivibratorios anclados en el suelo o paredes.
-Uso de equipos protectores personales de trabajadores expuestos al ruido. Limitación de los espacios lúdicos o recreativos nocturnos.
Fuente: Trabajo Final, cátedra Salud y Medicina del Trabajo (UTN).
Fuente: www.losandes.com.ar
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